Mauricio García Villegas, Alejandro Gaviria, Juan Serrano, Juan Esteban Constaín, Marie Arana y Luis Luna Maldonado en la reseña mensual de libros.
A veces los promotores de lectura exageran un poquito. “Los que leen son mejores”, aseguran con irresponsabilidad. No estoy de acuerdo. Hubo malvados que leían y leían sin parar en Auschwitz o Treblinka. Y gente bondadosa y tierna, como mi abuela, Mamá Julia, que a duras penas leía los titulares de El Catolicismo. Con el paso de los libros llegué a una conclusión bastante heteróclita: leo para ser feliz y nada más.
¡Manos arriba, calzones abajo!
Luis Luna Maldonado es colombiano, creativo publicitario y artista plástico. Vive en Barcelona. Y es un genuino narrador de insucesos y sucesos. Su novela Aquí sólo regalan perejil (Alfaguara, febrero de 2019, 284 páginas) ganó el Premio Ñ BaPro Clarín de Novela 2017. Cuenta las ocurrencias de Abilio Ayala, un muchacho de Pamplona, Santander, migrante en Cataluña después de mil disparates en Colombia.
Es una colección de personajes estrafalarios, desde prostitutas hasta contrabandistas, pasando por los infaltables policías corruptos, en situaciones de cáustico humor cáustico. Parece un divertimento, pero no: es un escanograma del destierro. No sin razón Juan José Millás advierte que es una “novela del exilio y del ‘insilio’, de aquel que no logra ser del sitio al que huye ni, más tarde, del sitio al que se dispone a volver”. Mejor dicho, un condenado a la errancia, a no regresar, aunque regrese.
Un lector insomne
Alejandro Gaviria es un intelectual que antes fue ministro de Salud y ahora es rector de Uniandes. Y a la vez, lector desenfrenado. ¿Un escritor entrometido en la burocracia del Estado? ¿Un literato infiltrado en la academia? Su deambular de bibliófilo lo ha llevado a fantasear sobre la cara oculta del tiempo, eso que habría pasado si no hubiera pasado lo que de veras pasó, y también a ensayar la anticipación, el menos venturoso de los oficios. Ahora en Siquiera tenemos las palabras (Ariel, abril de 2019, 224 páginas) Alejandro esculca entre las decenas de libros leídos, subrayados, destripados y vueltos a encuadernar para compartir sus preocupaciones sobre asuntos de inaplazable urgencia: la crisis climática o el fanatismo de la paranoia. Y siempre a la sombra de autores amados o queridos o desoídos a destiempo: Aldous Huxley, Sándor Marai, Kundera, Graham Greene (¡!), García Márquez, Joseph Brodsky, George Orwell, Stanislaw Lem, Borges: un menú para glotones, un platillo de puro “optimismo trágico”. Bacanísimo.
Una vida al pie del cañón
Cito al podcastista Juan Serrano: “Alberto Donadío es el equivalente periodístico de lo que en la literatura suele llamarse un autor de culto: alguien con cierta fama de gueto, aplaudido dentro de una subcultura, pero desconocido para el gran público”. Más más bien dicho no se puede.
Contra el poder. Alberto Donadío y el periodismo de investigación (Sílaba Editores – Universidad de los Andes, abril de 2019, 260 páginas) es la biografía de un pionero, un periodista sin ambages ni cortapisas, cuya pluma (mecanográfica y digital) decidió la suerte de ministros, banqueros, nazis colombianos, corredores de bolsa, mercachifles, malandrines de cuello blanco. Serrano recuenta con gracia las peripecias existenciales y profesionales de Donadío. Modos, estilos y técnicas en la prensa escrita. Contradicciones con dueños de periódicos. Polémicas con dignatarios inescrupulosos. Compañerismo y amistad y amor entre colegas: Daniel Samper Pizano, Germán Castro Caycedo, Silvia Galvis. Una biografía paralela a la historia de Colombia en los últimos cincuenta años. Indispensable.
A prueba de dogmáticos y sectarios
Álvaro. Su vida y su siglo (Literatura Random House, julio de 2019), de Juan Esteban Constaín, es un libro que saca y sacará ampollas. Por ecuánime, argumentado y bien escrito. Es la historia de un personaje sin comparación en la política de Colombia: Álvaro Gómez Hurtado (1919 – 1995). Álvaro oscureció e iluminó la existencia de millones de compatriotas. En la juventud, bajo la inspiración de Laureano Gómez Castro, el mismísimo monstruo de monstruos, se dedicó a incendiar este país con arengas, escritos y discursos contra liberales, comunistas, masones, demócratas o cualquiera que no oliera a incienso de la iglesia de La Porciúncula en Bogotá. Las incontables derrotas, el desengaño, la introspección y la lectura lo hicieron apartarse del sectarismo.
Mi cuasi tocayo Constaín cuenta esta leyenda con la inteligencia, valentía y orgullo del último alvarista de Colombia. Una obra desafiante, a prueba de fanáticos.
Mujeriego, bailarín, culo de fierro
Simón Bolívar tenía muy buena fama en Colombia antes de que Chávez se tomara el Poder en Venezuela. Casi todos lo amaban: los historiadores, los lustrabotas, los filósofos de Envigado, hasta los nadaístas que, con Gonzaloarango, lo coronaron poeta. Incluso Álvaro Uribe Vélez recitaba de memoria sus escritos. Trepó Chávez y Bolívar se jodió: de Libertador pasó a guerrillero, de Padre de la Patria a triple hijuep… Él estaba acostumbrado.
En 1828, dos años antes de su muerte, le escribió a un amigo: “Nadie es grande impunemente: nadie se escapa, al levantarse, de las mordidas de la envidia”. La editorial Debate acaba de publicar una biografía (julio de 2019, 712 páginas, con traducción de Mateo Cardona y María Cecilia Mesa) que será la redención del ultrajado Simón José Antonio de la Trinidad. Su autora es Marie Arana, intelectual y editora con todas las agallas para reconstruir y detallar las siete vidas de un hombre iluminado.
Filosofía en carne y hueso
Mauricio García Villegas es el talento heurístico más sobresaliente que he conocido en esta vida… y en otras. Ganador dos o tres veces del Premio Simón Bolívar de Periodismo como mejor columnista de opinión, sus análisis sobre nuestra sociedad retan la inteligencia de los lectores mientras la conducen con maestría hacia donde él quiere llevarlos. Libertad y orden, ni más ni menos.
Su más reciente libro se llama Virtudes cercanas (Angosta Editores, 2019, 150 páginas). Algún mal pensado podría clasificarlo como texto de autoayuda. Nada más lejano de la realidad. Mauricio examina varias virtudes domésticas, digamos: justicia, entusiasmo, benevolencia, sapiencia, modestia, elocuencia, autonomía, perseverancia. Reflexiones en carne y hueso, además, pues cada virtud está personalizada: así la elocuencia encarna en Carlos Gaviria o el entusiasmo en Cecilia Faciolince, la más entrañable de las semblanzas. Un libro bellísimo.