Los municipios de Oriente cercano guardan delicias –además de las tradicionales– que vale la pena explorar.
Por Claudia Arias Villegas / [email protected]
Si ya se conoce ese chicharrón de memoria y aunque aquella arepa lo trasnocha, quisiera probar algo más, es el momento de explorar unas curvas más allá. Llegue hasta Don Diego y en lugar de seguir hacia Llanogrande, desvíese hacia La Ceja; tome la curveada carretera con más fincas de recreo y parcelaciones que sitios de comida y guarde sus antojos para cuando llegue a este valle cada vez más extenso.
Juan Felipe Echeverri, de Medellín Gourmet, quien vive en La Ceja desde hace cuatro años y se ha enamorado cada vez más del lugar y de su gente, cuenta que es tranquilo y menos turístico que otros de la región, pero con buenas opciones para comer. Aprovechamos su conocimiento del sector y de la región e hicimos un recorrido de sabores.
Iniciamos con Café Charlotte (carrera 19 # 22 – 05), propuesta que Róbinson Corrales llevó hace dos años a La Ceja: “antes de abrir probé todas las panaderías del municipio e incluso muchas de otros cercanos, porque quería saber qué podía ofrecer”. Hoy siente que se consolidan poco a poco, en un sector más comercial y de servicios donde no había alternativas similares, hasta donde llegan locales y turistas a preguntar por su pastel de pepperoni; el italiano con salsa pesto, queso y finas hierbas; y su torta de chocolate sin harina, todo mojado con un buen café, en un cálido espacio pintado en colores pasteles.
Hacia la Santa Cruz
Cerca de la parroquia de la Santa Cruz, como yendo hacia la salida a Pantanillo que lleva de La Ceja hacia El Retiro, está la zona tradicional de restaurantes. Allí, casi a las puertas de la Iglesia, está No Manches, un carrito para degustar tacos, tamalitos y tortas –sándwich–, atendido por Óscar Ortiz, quien proviene de Tultepec, en el Estado de México, quien lleva a La Ceja el sabor de su tierra, de jueves a domingo a partir de las 5 de la tarde.
En el mismo sector se ubica desde hace cuatro años Donkert Burger & Fries (calle 7B # 18A – 33), un negocio familiar al frente del cual están Camilo García, su primo Juan Pablo Klinkert y los padres de éste, William y Patricia. Sobre su diferenciador, hacen énfasis en dos asuntos: familiar y casero, sin ingredientes rebuscados, con una carne bien seleccionada y elaborada, pan y salsas hechas por ellos mismos y una atención cálida. “Una hamburguesa deliciosa y nada pesada”, asegura William. También abren desde las 5.
Carnes
Comer carne en un pueblo antioqueño no es novedad, de hecho es, a veces la única opción, pero comerla en ciertos cortes y preparada de determinada manera, no es sencillo. Esa es la propuesta que trae Robinson Castaño, de Estibas, ubicado justo a la salida de la vía a San Antonio, donde se enorgullecen de ofrecer su solomito sterling en el punto de maduración exacto y en el término deseado –también hay otros cortes y salmón–, que sirve con arepas de maíz amarillo, papas cocidas y pasadas por la parrilla y ensalada.
El otro sitio, restaurante Pimientos (carrera 21 # 18 – 78), está a un costado de la iglesia principal, en el segundo piso de una casona tradicional, con patio central y balcón hacia el parque, hoy peatonalizado. Allí, además de carnes con cortes y salsas diversas, hay una propuesta de preparaciones peruanas con pescados y mariscos, gracias a que su chef José Pino Madrid, quien estudió en el Sena, pasó también por la Escuela de Cocineros en Perú.
Finalmente está la propuesta de Casa 22 (carrera 10B # 28 – 25), también ubicado en la salida hacia San Antonio, ya en las afueras de La Ceja, y en donde su cocinero Eduardo Rojas, quien trabajó en restaurantes como La Legumbrería y Jabalí, ofrece codillo de cerdo, salchichas artesanales, hamburguesa y choripán. Como su nombre lo indica se trata de un restaurante en casa, justamente la No. 22 de la urbanización Pinolinda, abre de jueves a sábado y se recomienda reservar.
Otros municipios
El Oriente cercano lo conforman El Carmen de Viboral, El Retiro, El Santuario, Guarne, La Ceja, La Unión, Marinilla y Rionegro, cada uno de los cuales tiene tesoros culinarios por descubrir.
El Retiro
En el mall Puerto Madero, a un kilómetro de Don Diego, está 250 Cocina Artesanal –ver receta página 22–, que ofrece su propuesta de pizzas y panadería elaborada sin huevo y carnes diversas como cordero y conejo. En la vía hacia El Retiro están la panadería Mi Dulce Compañía –con su crumble de manzana–; La Cocina de la Casa en el Mall Macedonia, que tiene un solomito a la pimienta y un risotto de quínoa memorables. En el pueblo destacan El cuarto de arriba y Achakanas.
Marinilla
Hace dos meses el cocinero Sergio Botero abrió el restaurante Con Tradición a dos cuadras del parque principal, a donde llegó a vivir para estar más cerca del productor y ofrecer una propuesta de alta cocina colombiana en la que experimenta con técnicas y productos. Su carta cambia según los productos de temporada y también es osado en preparaciones de cocteles con sabores locales. Reservas: 546 5776.
La Unión
Un picnic en Lácteos Buenavista es un plan muy popular. Ubicado en el kilómetro 3 de la vía La Unión – Sonsón, el lugar ofrece quesos madurados y con especias, yogures, dulces de leches y cremas y mantequillas, para disfrutar allí o llevar a casa.
El Carmen de Viboral
Desde hace un par de años está La Rosa del Azafrán, especializado en comida árabe, que ofrece quibbes, hummus, kebabs y shawarmas. Por su parte La Hojarasca, que inició el agricultor Carlos Osorio como una tienda en la que vendía sus productos orgánicos, es hoy además un restaurante vegetariano que regentan sus hijas con los productos de la familia y los de otros que se han unido a la tendencia.