En Colombia se desaprovecha un tercio de los alimentos: casi diez millones de toneladas por año, según el DNP (esto a pesar de que más de tres millones de personas sufren de hambre). Para combatir el desperdicio de comida se debe, al mercar, comprar solo lo realmente lo necesario. Además, en el momento de cocinar (o de ordenar en un restaurante), es vital que se calcule la ración usando la razón (que la rima ayude).
También hay que actuar sobre los sistemas de distribución y comercialización: mucho se desperdicia por el transporte y el manejo incorrectos. Pero es más la “pérdida” (relacionada con la producción) que el “desperdicio” (más bien relativo a la distribución y el consumo): dice el DNP que “el 64 % corresponde a pérdidas […] en las etapas de producción, poscosecha, almacenamiento y procesamiento industrial”. Claro, adicional al consumo responsable se requieren mejores prácticas en la producción.
Pero hay algo más, una pérdida escondida: se cultiva y cosecha para alimentar muchos animales, en vez de hacerlo para nuestro consumo directo. No tengo la cifra para Colombia, pero se ha estimado que, con un mejor uso de la tierra de cultivo a nivel global, se podrían alimentar tres mil millones de personas más. Así es: una dieta con menos carne puede ayudar a combatir el hambre.