La escultura se relaciona con el cuerpo vital. La pintura entra en el ámbito de lo sensible. El color es alimento para el alma. En la música el ser encuentra su identidad.
La historia de la humanidad puede ser contada a través de expresiones artísticas. Desde la manera de construir viviendas y templos hasta la transformación de piedra, arcilla y metal. Desde el encuentro de luz y oscuridad creando color y forma, hasta la capacidad de combinar sonidos, ritmos y tonos. Desde el arte de combinar palabras y significados, hasta la capacidad de movernos con armonía y elegancia, para finalmente integrar todos estos caminos en el séptimo arte que aquí nombro como arte social.
Podemos mirar las siete artes como un todo orgánico y establecer relaciones entre ellas y la constitución del ser humano. La arquitectura nos posibilita construir la casa como segundo cuerpo, como límite. En la casa está el fundamento: Beth –casa en hebreo- es la primera letra tangible después del inmaterial Aleph. La arquitectura se relaciona con el cuerpo físico.
La escultura apela a la transformación de la materia para descubrir en ella la forma y expresarla. Su camino se asemeja al de las fuerzas vitales, donde se revela la forma del cuerpo y donde la vida se transforma. La escultura se relaciona con el cuerpo vital. La pintura entra en el ámbito de lo sensible. El color es alimento para el alma y revela nuevas realidades. De las artes espaciales, a lo temporal: la música se sucede en el tiempo; la música crea una atmósfera espiritual donde el ser encuentra su identidad. Steiner relaciona la música con la organización del Yo. La música es el eje central de esta visión séptuple.
La poesía y el arte de la palabra son la octava superior de la pintura. “La poesía es la palabra pintada”. La poesía apela al pensamiento imaginativo. Mientras que la danza es la escultura en movimiento; es la plástica viva que combina música, expresión anímica y forma, y se relaciona con el pensamiento inspirativo. Y en la octava superior de la arquitectura, la historia del arte situó el cine, el séptimo arte. R. Steiner nos habla del arte social: un arte que incluye la ópera, el cine y las expresiones artísticas integrativas, que transforman nuestra realidad histórica.
Dos ejemplos de arte social en relación con la arquitectura: la obra del arquitecto Felipe Uribe de Bedout, cuyo libro Anfitrión acaba de ser publicado por Mesaestandar Editores. Obras al servicio de la comunidad; obras que transforman el tejido social y enriquecen nuestra condición humana. Y la Capilla Móvil-Tienda del Encuentro, una obra de A5 Arquitectos, donde Camilo Ramírez y Tomás Vega encontraron una solución estética y práctica para una necesidad social. Creo que la confluencia de arquitectura y arte social, fue uno de los motivos para acceder al Premio Nacional de Arquitectura en la pasada bienal de Cartagena.
In memoriam: el 5 de noviembre celebramos el centenario de Alicia Bravo Escobar, quien nació en Medellín en 1918. Alicia tuvo nueve hijos con el librero Rafael Vega Bustamante y dejó una estela de bondad, integridad y alegría de la que aún nos nutrimos sus hijos y sus nietos.