Voy a ser franca: cual mucama que lleva 17 años trabajando con los mismos patrones, quise tirar el delantal, pero mis amitos con sus caras desencajadas y un silencio sepulcral me rogaron que reconsiderara ¿Total? me voy pa’l pueblo durante unos mesecitos para ver si regreso repuestica. No recuerdo cual fue mi primera columna, recuerdo sí que desde un principio en colaboración con mi gran jefe la bautizamos “Visitamos & Sapotiamos” y la caracterizamos con la viñeta picasiana que lo dice todo.
No hay nada más difícil que dar buen ejemplo, y lo digo pues sin darme cuenta llevo todos estos años con un cumplimiento casi religioso en mis columnas quincenales… la verdad sea dicha, solamente a finales del año pasado y por estar lavando ropa en otra casa, no entregué mis crónicas durante dos quincenas seguidas. No es embuste si digo que a la fecha me estoy acercando a las 350 columnas en las cuales, bajo la filosofía de escribir sin rimbombancia sobre nuestro mecato criollo, me he referido a miles de bocados que durante todos esto años he topado no solo en esta ciudad, sino en todo el país y principalmente en plazas de mercado, poblaciones rurales, veredas y litorales y donde he tenido la oportunidad de hacer amistad con marchantas de plaza, cocineras callejeras, mesoneros de carretera, artesanos del confite, morcilleras, carniceros y un amplio espectro de propietarios de negocios cuyas ofertas han embrujado mi paladar, motivándome a escribirles un piropo gastronómico. Modestia aparte, en más de una ocasión gracias a mi comentario muchos de ellos lograron incrementar sus ventas y hoy sus entables están acreditados y gozan de prosperidad, razón por la cual con frecuencia recibí numerosas cartas de agradecimiento, además de muchas otras de asiduos lectores, quienes me manifestaban su simpatía e identificación en mi forma de opinar. Como no soy monedita de oro, debo también reconocer que en más de una oportunidad alboroté avisperos, generando polémicas que afortunadamente supe capotear sin ofender con mis palabras y tolerando insulticos y golpes bajos los cuales, gracias a mi obesidad moral y corporal logré asimilar. A partir de hoy, espero aprovechar mi tiempo libre para revisar con detenimiento mi cartapacio de columnas, con el fin de buscar un editor que se interese en publicarme un pequeño libro titulado “Recetas que sí salen” en el cual recopilaré algunas recetas que de tiempo en tiempo adjunté en mis columnas y complementaré con algunos textos de absoluta trivialidad, como los tantos que escribí en donde el aroma de la tajada madura o el ruido de la olla pitadora eran los protagonistas. Lejos estoy de ser de la farándula, pero creo que voy a seguir el ejemplo a algunos personajes de ese mundo, quienes de tiempo en tiempo se retiran del trabajo, dizque para oxigenar su imagen… en mi caso será la oportunidad de disfrutar de un amplio asueto que me permita, sin remordimiento alguno, seguir engordando.