Los food halls se han reivindicado gracias al movimiento foodie. Los consumidores modernos se interesan por experiencias del campo a la mesa y en el movimiento slow food, es decir, comida que hace contrapeso a la que sirven en las cadenas
Nadie niega la practicidad de las plazas de comida de los centros comerciales, es por ese atributo que reúnen por igual a oficinistas y familias enteras. Hay algo para cada hora del día, cada gusto y cada presupuesto. Sin embargo, estos no son los lugares que uno consideraría para disfrutar una buena comida.
Una tendencia busca revertir esto, una que ya logró consolidarse en mercados como el de Estados Unidos y Europa, y que en Colombia está en pleno proceso de posicionamiento. Hablo de los food halls.
Son la redefinición de las plazas de comidas. ¿Su mayor atractivo? Ofrecer de forma rápida y sencilla comidas que son dignas de un restaurante a manteles. En los food halls todos los comensales comparten en una misma mesa, con la ventaja de que cada uno puede elegir una especialidad distinta. Y además pueden llevar alimentos sin preparar a sus casas.
Vale mencionar que la tendencia no es nueva, en Estados Unidos hay food halls tan antiguos como el Quincy Market, de Boston, que opera desde 1742. Mientras que el Macy’s Cellar era el predilecto en Nueva York en las décadas de 1970 y 1980.
Lo que sí es cierto es que los food halls se han reivindicado gracias al movimiento foodie. Los consumidores modernos se interesan por experiencias del campo a la mesa y en el movimiento slow food, es decir, comida que hace contrapeso a la que sirven en las cadenas. Estudios como el que publica Coresight Research indican que para finales de este año habrá cerca de 180 en Estados Unidos.
Uno de los más frecuentados en ese mercado es Eataly que sirve especialidades italianas y también vende los ingredientes para hacer estas preparaciones en casa. Este proyecto, liderado por el célebre chef Mario Batali, hoy cuenta con locaciones en Nueva York, Chicago, Boston y Los Ángeles, por no mencionar las que tienen en otros países.
Colombia no ha sido indiferente a esta tendencia. Propuestas como Plaza Pakita y Mercado del Río tienen varios años operando con éxito en Medellín. Mientras que Bogotá cuenta con Plaza de Andrés, food halls inspirados en la marca que Andrés Carne de Res hizo famosa. Este proyecto próximamente tendrá un competidor en la frecuentada zona de Usaquén, el Boho Food Market. Este lugar espera reunir más de 39 puestos con diferentes categorías gastronómicas y espacios de ocio.
La apertura de esta locación probablemente desencadenará que ciudades como Barranquilla, Cali y Cartagena, con interesante desarrollo gastronómico, también se interesen por este concepto. Si es que ya no hay ávidos inversionistas explorando cómo implementarlo.