Se viene por fin el Túnel del Toyo, paso fundamental para cumplir aquel viejo y tan repetido sueño de los antioqueños de unir con una carretera decente a Medellín con Urabá y con el Caribe. Noventa años tuvieron que pasar desde los primeros trabajos de la vía y pasarán al menos otros 10 antes de entregarla completa. Justo como para celebrarle el siglo.
Y cuando decimos túnel no es solo el hueco de casi 10 kilómetros, el más largo del país. También habrá 40 kilómetros de vía nueva de buenas especificaciones, con muchos otros túneles y puentes. Lástima que no sea doble calzada, pero la mejora frente a lo de hoy será de muy alto impacto.
El resto de la carretera a Urabá está muy aceptable. Y hacia 2026 se podrá llegar desde Medellín en menos de 4 horas a Apartadó o incluso a Turbo. El efecto de la obra será impresionante en toda la región. Vienen empleo, inversión, migración productiva, valorización de la tierra y los inmuebles, optimismo en la gente y seguridad.
Habrá también muchos problemas nuevos, pero el efecto neto será altamente positivo.
De modo que, si anda buscando una buena inversión a mediano o largo plazo, en vez de acciones o CDT vaya pronto a Urabá y cómprese un lote, un local o una bodega en cualquier lugar entre Chigorodó y Necoclí. Vaya monte o compre una empresa, genere empleo, hágase conocer, aproveche el optimismo.
Y en otras regiones de Antioquia también hay razones para el optimismo ¿Qué tal el Suroeste, e incluso el Chocó, una vez esté lista la doble calzada hasta Bolombolo?
Este tramo de vías 4G (Conexión Pacífico 1) significará una apertura clave con efectos similares a los de Urabá. Son demasiados municipios, demasiados habitantes que por tantas décadas se han comunicado con Medellín por vías de muy baja categoría y pésimamente mantenidas.
Quizá menos impactante, pero también importante, el efecto que tendrán estas nuevas vías 4G sobre el Nororiente antioqueño, siempre tan olvidado. Remedios, Segovia, Zaragoza, Yondó…
Volviendo al Túnel del Toyo, tiene algunas semejanzas con lo que será el Túnel de Oriente. Ambos miden más de 8 kilómetros y ambos son bidireccionales (calzada simple). Pero tal vez son más notorias sus diferencias. El Toyo será un túnel completamente rural, en tanto que Oriente será casi urbano.
Pasar por El Toyo tomará 10 minutos de un viaje de 4 horas a Urabá; pasar por el de Oriente tomará 9 minutos de un viaje (supuestamente) de menos de 30 minutos hasta el aeropuerto. Pagar el peaje del Toyo será una pequeña fracción del costo de ir a Urabá, pagar el peaje del de Oriente será la mayor parte del costo de ir al aeropuerto o a un municipio cercano.
Pasar por el Toyo será en la práctica la única opción que tiene un vehículo con destino Urabá, las vías alternas no son competencia para el túnel. Igual ocurre con el Túnel de Occidente y ocurrirá con el de La Línea. Si hay trancón a la entrada o si el peaje es muy costoso, uno espera y paga resignado, pero no se le ocurre tomar una vía alterna.
En el Túnel de Oriente, sin embargo, todo será diferente. No es buena idea construir un túnel de calzada simple, tan largo y tan costoso de usar, en un ámbito casi urbano. Y menos para conectar una ciudad tan importante con su aeropuerto.
Y mucho menos cuando el usuario tiene varias opciones más baratas y más agradables que le permiten evitar usarlo. Y muchísimo menos cuando debido a la construcción de este costosísimo túnel no quedó dinero para invertir en las vías realmente importantes del Oriente cercano antioqueño.
En Antioquia hay razones para el optimismo con los túneles y las vías que vienen. Buenas noticias para Urabá, Suroccidente, Nororiente y Antioquia en general.
A ver si compensamos tanta frustración y malas noticias con las obras de Medellín y del Oriente.
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