La Lengua Madre

El vocabulario con el que los líderes políticos se lanzan trinos envenenados, los insultos con los que integrantes de foros virtuales disfrazan la falta de argumentos… los colombianos somos francotiradores del lenguaje
/ Etcétera. Adriana Mejía
 
Así, La lengua Madre, se titula un texto del escritor español Juan José Millás, llevado a las tablas por Juan Diego (Diego de apellido) en un monólogo entrañable en el que descubre ante los espectadores de qué manera las palabras dirigen la vida de los hombres, la colonizan.

Hay palabras que curan y palabras que matan, palabras que hacen reír o que hacen llorar, palabras que adormecen o que provocan insomnio… Palabras que arreglan o echan a perder el día.

Las palabras, dice Millás, “son el único tesoro que es patrimonio de todos porque lo hemos construido entre todos. Y eso significa que todos y cada uno de nosotros somos coautores de El Quijote”.

Cervantes, usted y yo, ¿cómo la ve?
No obstante lo exageradas, cuánta actualidad cobran estas “palabras” del escritor, con las celebraciones que hemos tenido en semanas recientes: El Día del Idioma, los 400 años de la muerte de Cervantes y de Shakespeare, y la Feria Internacional del Libro de Bogotá.
Y si a ellas les sumamos lo que suele decirse en España respecto de que el mejor castellano se habla en América, de manera especial en Colombia, pues motivos tenemos más que suficientes para creernos el cuento de que el idioma es un bloque de mármol y “cada uno de nosotros”, un Miguel Ángel.

Sólo que del dicho al hecho…
No es sino mirar el vocabulario con el que los líderes políticos se lanzan trinos envenenados, o los insultos con los que integrantes de foros virtuales disfrazan la falta de argumentos, o la ramplonería con la que se desarrollan las campañas electorales en este país, para comprobar que más que escultores del lenguaje los colombianos somos francotiradores del mismo.

Pero, bueno, en gracia de discusión aceptemos que el español culto que se utiliza por estos lados tiene la viveza del asombro que ya no tiene el que se habla en España. (El diccionario de la RAE trae el término “españolismo” para referirse a los modismos que se usan en la península y no son correctos en el campo general del idioma).

En ese sentido, el escritor holandés Cees Nooteboom dice que estaba convencido de que las versiones de sus libros en español eran impecables, “hasta que un escritor argentino me dijo que los españoles han corrompido el español durante dos siglos. Se lo conté a mi traductora y me dijo: Sí, es verdad, en Colombia hablan el español más bello”.

El escritor mexicano Juan Villoro intenta una explicación: “Una de las virtudes del español de América es que tiene cierta incertidumbre respecto a su tradición, porque llegó después de las lenguas de los pueblos originarios. El latinoamericano sabe que hay muchos modos de expresarse en español; por lo tanto no tiene una relación autoritaria con la lengua, sino más bien adaptativa, tentativa”.

Punto de vista que trae sin cuidado al escritor antioqueño Fernando Vallejo quien, en Casablanca la bella profundiza, a su manera, en la reforma ortográfica que García Márquez había propuesto alguna vez, “porque el español se putió”. Desde sus páginas les escribe a los académicos: “En mi reforma ortográfica, señorías, se suprimen la ce, la hache, la cu, la ve, la ve doble, la equis, la ye, la zeta, las tildes y la diéresis… ¡Que se joda España!… A este idioma le sobran ocho letras y al hombre dos tetas”. (Lo dicho: a su manera).

Enrique Serrano, escritor santandereano, tampoco se descresta con la etiqueta castiza que nos han puesto. “Los colombianos no hablamos el mejor español, sino el más neutral. No pretendemos tener una jerga sino una lengua estándar. El nuestro es un español condescendiente, porque la condición síquica promedio del colombiano es dorar la píldora”. (Yo no sé a ustedes, pero a mí estas palabras me huelen a flor marchita, por no decir a letra muerta).

ETCÉTERA: ¿En qué nos beneficia o nos perjudica, en últimas, otro somos lo máximo de exportación, de esos que tanto nos gustan? Alegrémonos mejor, como lo hacía Neruda, con el oro que nos dejaron los españoles: La Lengua Madre que hablamos más de 500 millones de mortales en el mundo.
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