El mundo se ocupa de la puesta en escena que montó el régimen de Maduro para disfrazar de democracia su proyecto de perpetuarse en Miraflores. Es un dictador, así lo llamen presidente sus compinches. Un dictador de talla grande, populista, energúmeno, amenazante, protagonista de memes –el mal uso que hace del lenguaje de género lo convierte en constante rey de burlas-, que, arrellenado en pozos de petróleo, igual que el rico Epulón lanzaba migajas en la Biblia, lanza barriles de crudo para satisfacer el apetito de los insaciables miembros de su guardia pretoriana. (Por eso lo mantienen).
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Es grotesco, por decir lo menos, lo que viene pasando en Venezuela, pero la farsa de la reciente jornada electoral y la represión en los días posteriores, sí batieron todas las marcas. Qué indecencia, qué impotencia. Saber que Nicolás Maduro no se apoderó del poder; fue apalancado en el poder… Primero por Hugo Chávez, quien, sin escrituras que respaldaran que el país le pertenecía, lo dejó de herencia al aprendiz; después por un grupo de influyentes, empresarios incluidos, que por tontos o por vivos -vaya usted a saber-, se tragaron el cuento de la Revolución Bolivariana, la cual, a la hora de la verdad, terminó convertida en máquina de persecución y nido de corrupción. Y en una colección de guayaberas que cubren la abultada panza del grandullón.
(Venezuela resquebrajada y arrinconada por un sanedrín que lleva un cuarto de siglo ignorando la voluntad de los venezolanos y burlándose de la comunidad internacional, haciendo lo que le viene en gana, es argumento –uno entre muchos que hay en el globo- que refrenda las predicciones recientes de expertos analistas, en el sentido de que un nuevo orden mundial llama a la puerta. Este caótico 2025 funge de bisagra para la voltereta).
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Para Colombia no ha sido fácil lidiar con Chávez y Maduro; dos mil kilómetros de frontera común, con lo que ello implica, complican la cosa. Hasta que llegó Petro, el impredecible. Durante la campaña decía, entre dientes: “A Maduro ni lo conozco; de Maduro tengo enormes desconfianzas, me parece un tipo incapaz”. Oh, oh. Cómo han cambiado las cosas. Ahora, que dizque son amigos, ¿lo considera un tipo capaz? ¿Capaz de qué? ¿De confeccionarse unos resultados electorales a medida? Ay con los políticos y su desmemoria crónica y sus relaciones utilitaristas y sus mañas para dorar la píldora. Dan brincos de 180 grados y no se sonrojan. Al fin qué, Petro. Usted que se ufana de amar al pueblo, ¿por qué no defiende al venezolano que fijó su posición contra la tiranía en las urnas?
En este momento no valen las ambigüedades. Está claro que la renuencia de Maduro y sus adláteres para dar a conocer rápido y con transparencia los resultados, se debe a los resultados mismos. Perdieron y punto. (Lean el informe del Centro Carter por si alguna duda les queda).
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ETCÉTERA: Lo que sí es que va a quedar pequeño el cuadrilátero. Con la de peleas de box a las que Maduro ha retado… (Tontarrón). Elon Musk, que aceptó el reto, quiere lanzarle un recto a la barbilla y, noqueado, mandarlo en burro para Guantánamo, con todo y la sortija de piedra verde (¿kryptonita?) que lleva en el meñique. ¿Qué culpa tiene el burro, señor Musk, para cargar con semejante carga? ¡Mándelo a pie!