¿Te has preguntado de dónde viene este término cuando la emoción te supera? ¿Por qué se nos hace un “nudo en el estómago” o tenemos “sentimientos viscerales”?
Hasta hace poco, los nueve metros de longitud de nuestro tubo digestivo eran considerados simplemente un sistema de transporte, absorción de nutrientes y eliminación de residuos, aunque hace un siglo Meisner y Auerbach descubrieran que el intestino tenía su propio “cerebro”.
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En los últimos años, la investigación volvió la mirada al universo infinito del intestino cuando después de haber mapeado nuestros genes decidieron estudiar el genoma de las bacterias que colonizan el tubo digestivo. Encontraron que estas son diez veces más numerosas que todas las células del cuerpo y que cada una de ellas es un organismo vivo e independiente con capacidad de reproducirse de manera autónoma y exponencial, producir vitaminas, regular funciones metabólicas y hasta gobernar nuestras emociones.
Ahora sabemos que hay mas de 200 millones de neuronas en el intestino que hacen parte del sistema nervioso entérico encargado no sólo de regular el movimiento intestinal, sino de producir los “sentimientos viscerales” que acompañan nuestras emociones ya que se comunican estrechamente con el cerebro.
De hecho, el vago, el nervio más largo, grueso y poderoso del sistema nervioso que es el encargado de relajarnos, producir ácido para digerir bien los alimentos, dormir bien y contrarrestar estados de alerta, sorprendentemente envía además el 90 % de la información desde el intestino al cerebro y sólo un 10% en el sentido contrario. Por él es que decimos sentir mariposas en el estómago cuando estamos nerviosos o sentimos problemas digestivos cuando estamos estresados o tenemos miedo.
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Y a la ecuación se le suma un nuevo actor, la microbiota intestinal, termino con el que se define al conjunto de bacterias hongos y virus que habitan el tubo digestivo y que son ya consideradas un órgano más: con un peso aproximado de dos kilos y medio, produce más del 90 % de la serotonina (la hormona de la serenidad) de todo el sistema nervioso, alberga el 70 % del sistema inmune, decide la capacidad metabólica para ganar o perder peso, sufrir de cáncer o diabetes y como si fuera poco define en gran parte el rumbo de nuestras emociones.
Aunque aún se sabe poco sobre microbiota intestinal ya que su estudio lleva menos de 15 años, es clara su interacción con el sistema nervioso y el cerebro. Ya es evidente que enfermedades neurológicas como la ansiedad, la depresión, el autismo, e incluso el Alzheimer, puedan tener origen en el intestino ampliando el horizonte de terapias para prevenirlas o combatirlas.
Es por ello que, en medicina funcional decimos, como también lo hacía Hipócrates:
“Si quieres sanar a alguien comienza por el intestino”.