A finales del año pasado, 2023, un amigo emprendedor me escribió un mensaje diciéndome que necesitaba hablar conmigo. En el mensaje se veía un poco la angustia y, claramente, es una persona muy serena y que, normalmente, uno lo ve muy bien de ánimo. Así que, cuadramos una hora específica y tuvimos la llamada.
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Al llamarlo me dice:
“Me dio como un ataque de ansiedad, creo que estoy viviendo un burnout, ¿vos sabes si a alguien más le ha pasado?”.
Esa angustia se disminuyó considerablemente cuando le conté que, efectivamente, eso le ha pasado a muchas personas; incluso, en el mundo del emprendimiento. Con esta respuesta, inmediatamente, me responde:
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“¿Y por qué nadie habla de eso? Si yo hubieses sabido que era normal, no me hubiese puesto así”.
Hoy, este amigo está mucho más sereno, hizo un proceso muy bonito acompañado de terapia, descanso y, claramente, su familia. Sin embargo, me quedé pensando en los cuestionamientos que me planteó este amigo. Realmente, ¿por qué nadie habla de esto?. Seguramente el lector pensará que cada vez se habla más, y conocerá casos en los que, efectivamente, ha visto espacios de conversación alrededor de la salud mental; pero, créeme, no es muy normal.
Es cierto que la conversación está sobre la mesa, y que, cada vez más, hay soluciones; conversaciones, herramientas para que las personas gestionemos nuestra salud mental, pero también es una realidad que, en muchos casos, las personas no saben que su salud mental se está afectando. Para dar una mayor claridad sobre esto, sigo con la historia de mi amigo, quien, dentro de la conversación, me contó que a él se le empezó a “entumecer la pierna, como si fuera un calambre”, ese fue su primer síntoma.
Si somos honestos, no muchos de nosotros veríamos este síntoma como un riesgo para nuestra salud mental, pero creo que sí es importante, que si empezamos a detectar molestias físicas, analicemos nuestro entorno: ¿cómo está nuestra alimentación? ¿Cómo dormimos? ¿Cómo es nuestro estilo de vida? ¿Estamos trabajando mucho? ¿Hay mucho estrés? y, así, preguntas como estas nos pueden hacer ver que, tal vez, ese “calambre” trae un mensaje que debemos atender.
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Adicional a ello, creo que es muy importante seguir incentivando la conversación alrededor de estos temas. El hecho de compartir experiencias y vivencias pueden facilitar la sensación y, especialmente, mostrarle a quién lo sufre que no es el único, y que todo podrá estar bien. Ya que el hecho de sentirse solo, de creer que no sucede, puede aumentar el efecto y la sensación de angustia.
Recientemente leí un libro de Hygge sobre la felicidad en los daneses y, en gran parte, su felicidad se deriva de las relaciones sociales y cómo estás facilitaban la gestión de emociones. Allí, pude encontrar que el poder de una conversación puede facilitar un mal momento por el que esté pasando una persona, como decimos en Tenemos que hablar:
“Hablando, tus miedos se parecen a los míos”.
Así que, busquemos espacios con personas de confianza, no nos dé miedo. Busquemos apoyo profesional. Y, lo más importante, empecemos a escuchar a nuestro cuerpo, seguro él nos va a ir mandando mensajes que pueden ayudarnos a gestionar de una mejor manera nuestra salud mental.
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