Haciendo las paces con el fracaso

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Si hay algo a lo que más le temamos los seres humanos es al fracaso. Es algo que nos ha acompañado desde pequeños, pero especialmente cuando ya tenemos una edad para hacernos conscientes de ello. 

¿Cuántas veces no pensábamos que perder un examen o una materia en el colegio era un fracaso? Cuántas veces pensábamos, antes de casarnos, ¿y si fracaso como marido o como esposa? O, cuando supimos que íbamos a ser papás o mamás, seguramente, pensábamos: ¿y si fracaso como papá o mamá?

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Piensen en los deportistas, ¿y si no llegó a la meta?, en fín, cada ser humano seguramente ha experimentado en algún pasaje de su vida, ese miedo. 

El miedo al fracaso nos ha acompañado en nuestro día a día; y, si miramos en perspectiva, ¿fue tan grave haber perdido ese examen? O, ¿fue tan grave haberse separado? Seguramente fue duro o nos generó cierta tristeza, pero, con seguridad que cuando se ve con la perspectiva de hoy, hay mucho que agradecerle al fracaso.

A todos aquellos que leen esta columna, seguramente, muchas situaciones nos han dejado en evidencia la pregunta: ¿y si fracaso?  Y de solo pensarlo, ya queremos dejar de hacer aquello que queríamos o que pensábamos que íbamos a ser. Invito a todas aquellas personas que reflexionen y se detengan un segundo y piensen dos cosas:

  1. ¿Qué fue eso que no hicieron por miedo a fracasar? 
  2. ¿Qué fue eso que sí hicieron con miedo al fracaso?

Ahora, ¿qué creen que fue mejor?; seguro que la mayoría pensará que fue mejor haberlo hecho con miedo. Seguramente. ¿Saben por qué? Porque en el primer caso, como no saben en qué hubiese terminado, no tienen cómo saber ni sentir, están suponiendo; mientras que en la segunda, así por el momento hubiese sido frustrante, doloroso o triste, seguro hoy te ha hecho mucho mejor persona que antes. Y ese fue el poder que le dimos al fracaso

¿En qué momento el fracaso se volvió tan trascendental que nos hace despertar emociones como el miedo?

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El fracaso toma una dimensión tan relevante porque nos pone en evidencia ante el mundo social, ante la sociedad y, por ende, el “qué dirán” se vuelve el rey o la reina de nuestro comportamiento. 

Pensemos por un segundo en aquellas parejas que no toman la decisión de separarse porque: ¿qué pensará la familia? O, ¿dirán que fracasé como esposo?. 

Por otro lado, cuando un emprendimiento no funciona y habías dejado tu trabajo por ese sueño, ¿cómo diré que no funcionó? Y ahí está el problema para nuestro bienestar

Cuando empezamos a movernos de acuerdo con lo que piense la sociedad, renunciamos a nosotros mismos. Cuando decidimos con miedo a fracasar y a querer, de cierta medida, “garantizar ese éxito”, es cuando más duro nos va a dar en nuestra salud mental. Ya que este tipo de decisiones, seguramente, las estaremos lamentando más adelante. Por eso, cuando planteamos las preguntas estoy seguro que nos sentiremos mejor ante el hecho de haberlo intentado, así las cosas no hayan salido en ese momento del todo bien. 

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Por el contrario, el fracaso siempre tiene algo positivo. Las mayores oportunidades siempre surgen a partir de una crisis. ¿Cuántos de nosotros decidimos irnos de viaje por ejemplo al terminar una relación larga? O ¿irnos a estudiar a otro país? O a ¿crear nuestro propio negocio?, estoy seguro, que todos. Pensemos en este ejemplo:

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Una persona muy talentosa y con un alto puesto en una empresa, lleva más de 20 años trabajando; pero ya está cansada. Sin embargo, le da miedo tomar la decisión de renunciar y montar su empresa de consultoría, porque cree que no podrá generar los mismos ingresos para su familia. Un día, la empresa la llama y la despide. Ese día y seguro, los venideros, habrán sido muy duros para esa persona; pero, luego emprende y se da cuenta que era el empujón que necesitaba para ser una consultora exitosa. Hoy por hoy, esa persona estará agradecida de por vida por la empresa que tomó la decisión por ella. 

Como estoy seguro que habrán cientos de casos similares. Normalmente, después de un hecho denominado “fracaso” viene la oportunidad, y por ello, debemos reconciliarnos con esa palabra. Antes debemos agradecerle al fracaso ya que es nuestro motor para sacar ideas y oportunidades adelante. Así que, si en este momento tienen miedo en tomar una decisión por la posibilidad de fracasar, creo que es el momento de hacerlo.

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