Odontólogo, egiptólogo, guitarrista. Ricardo Uribe, un ser humano donde anidan múltiples facetas, intereses y pasiones, una de ellas la historia del antiguo Egipto.
Luego de ver con su mamá el clásico del cine Los Diez Mandamientos, Ricardo Uribe-niño quedó fascinado, diríamos más bien, flechado, por la antigüedad egipcia y sus grandiosos monumentos. Y su sensible y asombrada mente infantil se preguntó durante mucho tiempo cómo todas esas maravillas habían sucedido “sin que él hubiera estado ahí”. Después de un tiempo entendió que era estudiando como podía llegar a ser testigo del pasado, “de lo que ya pasó”.
Desde el colegio comenzó su camino personal como egiptólogo autodidacta a través de lecturas enciclopédicas y de libros que le regalaban. Cierto día su profesor de Historia le pidió que preparara el capítulo sobre el antiguo Egipto para presentárselo a sus compañeros, siendo esa la primera ocasión en la que se experimentó como profesor.
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Desde niño y casi a la par con la egiptología, la música y, específicamente la interpretación de la guitarra acompañó su desarrollo.
“Es que yo no soy odontólogo ni soy egiptólogo ni guitarrista. Yo soy Ricardo Uribe y en mí caben todas esas cosas”.
Una vez terminó la exigente carrera de odontología y tuvo tiempo para regresar a la egiptología se matriculó en varios cursos sobre la materia que abrieron en la ciudad. Mas tarde viajó a Egipto en la erudita compañía del profesor de Historia del Arte, Carlos Arturo Fernández y otros amigos de la Academia Yuruparí, en Medellín. Cuando regresó del viaje en la Academia le pidieron que asumiera un curso de egiptología, para lo cual debió profundizar aún más sus conocimientos y su formación.
Siendo docente en Yuruparí se le cruzó una beca para estudiar una maestría virtual en egiptología en la Universidad Complutense de Madrid, la cual duró tres años; consagrándose con ello como uno de los pocos profesionales en este campo que existen actualmente en Colombia. Su tesis de grado se llamó Sobre la monarquía sacralizada en el antiguo Egipto. Así, mientras estudiaba su posgrado también ejercía la odontología y atendía a sus pacientes. Sus dos grandes pasiones.
Lo más reciente que le ha sucedido en su ya extensa trayectoria de amor con la historia de Egipto es que desde el año pasado Ricardo Uribe es miembro del Instituto Español de Egiptología. Esa institución lo acogió por intermedio de una alumna suya y allí ha entablado una honda amistad con dos de sus miembros, doctores en egiptología, Francisco Martin Valentín y Teresa Bergman, esposos ellos y sus fundadores.
Ricardo Uribe profundiza actualmente sus conocimientos sobre Egipto a través de la investigación e interpretación de la religión antigua, porque después de 200 años de egiptología -dice- esta disciplina histórica ya ha superado el nivel descriptivo. E inscribe ahí su misión personal en el presente, la cual entiende como trasmitir el legado de la religión egipcia de la antigüedad en la cultura y la sociedad hispanoamericanas contemporáneas. Podría decirse que ese es otro de sus encarretes.
Su nuevo sueño, trabajar en una excavación en Egipto, lo cual muy probablemente podrá hacer realidad a través de su membresía en la Instituto. Ahí busca dedicarse a comprender la relación entre la dieta alimentaria y el estado de la dentición entre los antiguos egipcios, a través de sus muertos conservados como momias. “Eso me está esperando”, afirma. Esa es la dimensión de lo que quiere enfrentar hacia adelante.
De este modo, Ricardo Uribe logrará poner en sintonía dos de sus grandes pasiones, la egiptología y la odontología, y de paso mostrarnos cómo pueden integrarse disciplinas y pasiones aparentemente tan diferentes. No es tan imposible si podemos entender que la complejidad del universo cabe en una sola gota de agua.