Con la pandemia, los establecimientos gastronómicos ubicados en las afueras de la ciudad han empezado a cobrar importancia.
Isaías Arcila cuenta que hace poco atendió a un grupo de personas que llegó desde Puerto Boyacá hasta su mesa en El Carmen de Viboral. Arcila, artista plástico e investigador gastronómico abrió en este municipio Casa Carrataplán, un pequeño restaurante que se ha convertido en destino para muchos amantes de la comida. Su concepto habla de la recuperación de ingredientes y tradiciones, es cocina de campo, algo que enamora a las personas de la ciudad.
En los últimos meses, restaurantes ubicados en cabeceras y zonas rurales de lugares alejados de las grandes ciudades han empezado a ganar cierto prestigio. Para Verónica Socarrás, consultora en turismo gastronómico, los restaurantes destino son “aquellos que tienen una propuesta tan atractiva que hacen que la gente viaje solamente para conocerlos”, explica.
La Guía Michelin hablaba de algo similar. Para esta publicación, una estrella significa una cocina de gran fineza, “¡compensa pararse!”; dos, una cocina excepcional, “¡merece la pena desviarse!”; y tres, una cocina única, “¡justifica el viaje!”. Un establecimiento con el máximo de estrellas se convierte en un restaurante destino.
Brian Schon, quien hace parte del grupo administrativo de Cannúa, hotel y restaurante ubicado en Marinilla, piensa que un restaurante destino debe tener una propuesta gastronómica fuerte, ligada a una filosofía y a una narrativa cuidada. Además, “debe generar sorpresa”, explica.
Casa 22
Europa y E.U. cuentan con restaurantes destino. En América Latina y Colombia, el concepto es relativamente nuevo y, si bien existen lugares de carretera, el restaurante como destino supone creatividad. Es el caso de Casa 22, restaurante ubicado en el Mall Cantarrana en la vía entre La Ceja y San Antonio de Pereira. El menú cambia de acuerdo con la disponibilidad de ingredientes. Un lugar en el que el entorno es fundamental en sus platos. Instagram: @2.casa
Los restaurantes destino trabajan con el entorno, aprovechan la ruralidad para diversificar su oferta y servir platos en los que los protagonistas sean los ingredientes, su origen y su producto. Aprovechan la cocina tradicional para crear su carta. Hoy, en los alrededores de Medellín hay lugares a los que vale la pena viajar.
El Oriente antioqueño ha tenido vocación gastronómica por excelencia, sin embargo, hoy las propuestas se alejan de los sitios de moda como Llanogrande y se acercan a otros lugares como Santa Elena, El Carmen de Viboral, Marinilla, La Ceja y El Retiro.
La Casa Solariega
Aunque la vocación turística de diversos municipios del país favorece la proliferación de establecimientos gastronómicos, aún falta que estos ofrezcan una experiencia por la que la gente se anime a viajar. En Santa Fe de Antioquia está La Casa Solariega, un paraíso para los amantes de la gastronomía europea. Ubicado en la Calle de la Amargura, unos metros antes de la iglesia de Santa Bárbara, este restaurante hace un homenaje a diferentes países del viejo continente. La especialidad de la casa es la comida de Bélgica, pues sus propietarios son de este país. Además, una gran carta de cervezas es también uno de sus grandes atractivos. Un lugar al que vale la pena ir. Instagram: @lacasasolariega