/ Juan Carlos Franco
Este columnista asistió hace poco al foro sobre el Túnel de Oriente organizado por la Escuela de Ingeniería de Antioquia. Buena asistencia, tanto institucional como de usuarios, estudiantes y futuros beneficiados o afectados.
Las conclusiones de quien fue, observó y esto escribe, son las siguientes:
Es palpable la insatisfacción. Hasta los alcaldes y entidades de la zona están resignados y dudando de los beneficios y valorización prometidos. Y no es por falta de información. Al revés, a medida que las personas conocen mejor los detalles del proyecto, su inquietud aumenta. Triste para la obra bandera de la ingeniería antioqueña.
Nadie defiende la idoneidad de la obra como tal o explica con contundencia el supuesto enorme beneficio que traerá. La actitud general de los funcionarios es que ya quedó así, no se puede cambiar y hay que sacar lo mejor de ahí.
Nadie tiene realmente claro a cuál grupo de usuarios va a beneficiar la obra. Al parecer, solo sería de alto impacto positivo para viajeros del aeropuerto que salgan del Centro de Medellín o lleguen a él. Para todos los demás no será de gran beneficio pues contarán con más rápidas y más baratas opciones para desplazarse al aeropuerto y al Oriente.
Poco le serviría, por ejemplo, al transporte de carga, pues llenaríamos de camiones con contenedores el Centro de Medellín y El Poblado.
Hay menos claridad aún sobre la valorización de predios. La gente ya entiende que demasiada cercanía a una vía importante no necesariamente conlleva aumento en los valores de los terrenos y edificios. Al contrario.
Uno de los argumentos favoritos a favor del túnel es que constituye una sentida aspiración de los antioqueños desde hace mucho tiempo. De hecho, está planteado desde la gobernación de Uribe, por allá en 1997. El problema con este argumento es que precisamente el Túnel parece responder a las realidades de tráfico futuro que se imaginaban en 1997, cuando era suficiente con vías de calzada simple. Con todo lo que hoy sabemos, haríamos una obra muy diferente, seguro con calzada doble de punta a punta.
El túnel largo, el túnel corto y todas sus vías de acceso a cielo abierto -mejor dicho, los 15 Km enteritos entre el Seminario Mayor y Sajonia- tendrán calzada simple durante sus primeros años de operación, digamos hasta 2025. Veamos. En 2020 usted podrá salir y entrar de Medellín en doble calzada por todas las vías que rodean a la ciudad: por Palmas hasta Indiana, por la Medellín-Bogotá hasta Santuario, por la Autopista Norte hasta Barbosa y más allá, por la Ayurá hasta el Túnel de Occidente y por el Sur hasta Camilo C. Pero si lo que quiere es ir al aeropuerto, deberá soportar pacientemente las incomodidades de 15 Km en vía de calzada simple. Y no olvide que en nueve de ellos estará prohibido adelantar… O sea, estamos dejando para el final de los años ponerle calzada doble justamente a la vía que debería haber sido la primera. Curiosa manera de promover la competitividad y conectividad con que tanto sueña Medellín. Dirán que tranquilos, que esa es solo la primera etapa, que para la segunda (¿2025?) sí habrá doble calzada completa entre el Seminario y Sajonia. Se habilitará el segundo túnel y se construirán una carretera y múltiples viaductos paralelos a los de la primera etapa.
Si la primera etapa está calculada en $867,000 millones, la segunda podría estar por unos $500,000. ¿Se imagina usted las bellezas que haríamos con muchísimos menos millones en los 14 Km de la variante actual al aeropuerto entre Indiana y Sajonia? Tendríamos doble calzada pura hasta el aeropuerto. En tres años o menos. ¡Y además nos ahorraríamos los $867,000 millones!
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