Muchas organizaciones mundiales alzan su voz contra el sistema alimentario industrializado, al que solo le interesa la rentabilidad a costa de todo.
Para hablar sobre la agricultura de la paz es necesario hablar sobre la agricultura de la guerra. A mediados del siglo 20, finalizando la Segunda Guerra Mundial, las industrias impulsadas por la guerra se encontraron en una encrucijada: terminada la confrontación, ¿qué mercado tendrían? Las corporaciones propusieron al gobierno de los Estados Unidos trasladar sus tecnologías al campo. Así nació La Revolución Verde, un movimiento que tenía una promesa: aumentar la rentabilidad por hectárea, y producir más alimento para la hambrienta población mundial.
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La industria de la guerra se convirtió en paquetes tecnológicos que se empujaron en países del Sur Global, quienes se sometieron a acuerdos internacionales de libre comercio, y subsidiaron capacitaciones e insumos agroindustriales. Las agriculturas diversas, campesinas y comunitarias, esas que abundan en nuestro país, esas que producen el 70 % del alimento del mundo y que resguardan el 95 % de la biodiversidad agroalimentaria, de la noche a la mañana fueron vistas como precarias e inferiores, así como sus conocimientos, experiencias y semillas. El campo de batalla se instaló en el campo.
60 años después, el sistema alimentario industrializado está establecido como la opción dominante y respaldada por gobiernos, organismos internacionales y grandes corporaciones. Aunque hoy producimos más alimento que antes, este sistema es ineficiente y muy vulnerable: solo produce alrededor del 30 % del alimento a nivel mundial, pero es responsable del 75 % de la destrucción ecológica del suelo, el agua y biodiversidad. Este sistema se encuentra bajo el control de unas pocas corporaciones transnacionales, a quienes solo les interesa una cosa: rentabilidad a costa de todo.
En septiembre de este año se celebrará la primera Cumbre del Sistema Alimentario, de la ONU; y aunque esta reconoce la necesidad de una acción urgente para transformar las prácticas insostenibles y destructivas del sistema alimentario, múltiples denuncias de grupos y asociaciones internacionales han enviado una carta al presidente del Comité de Seguridad Alimentaria Mundial de la ONU, con peticiones y preocupaciones sobre la captura corporativa de la cumbre.
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La Agricultura de la Paz es una cultura milenaria que se entiende como naturaleza, en la cual predomina la pluralidad y las múltiples maneras de ser y hacer, la protección de los ecosistemas, el cuidado del suelo y el agua, y el compartir y multiplicar semillas de libre polinización adaptadas a los territorios, requerimientos nutricionales y paladares de cada biorregión. La Agricultura de la Paz continúa re-existiendo y está organizando una cumbre paralela a la de las Naciones Unidas: The Global People’s Summit. La Agricultura de la Paz se siembra fuerte para luchar por los derechos humanos, la naturaleza por encima de la avaricia, y la soberanía alimentaria por encima de los monopolios. Alimentarnos de paz es el camino para no llenarnos de guerra.