Un adelanto de lo que trae el 2023. Una nueva palabra se ha acuñado en el mundo: permacrisis.
Si 2022 estuvo repleto de hechos noticiosos complejos y negativos -ninguno peor que este país finalmente dejándose tentar por la izquierda-, el 2023, que inicia en menos de un mes, lo estará más todavía.
La permacrisis, término no muy poético, es el escogido por algunos diccionarios como la palabra nueva del año. Define un período de incertidumbre e inseguridad prolongadas, extremadamente infrecuente, durante el cual diferentes problemas muy serios y graves para una comunidad -o para la humanidad entera- aparecen, se quedan y se van acumulando.
Sin soluciones aparentes en el corto o mediano plazo.
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Internacionalmente, la combinación de cambio climático + guerra + inflación + recesión en numerosos países significará desastres ambientales y humanitarios de todo tipo, por todas partes. Se multiplicará el hambre y crecerán las migraciones.
En Colombia nos mantendremos en la incertidumbre generada -y atizada con gusto frívolo- por un gobierno desorientado, que pensaba que sus palabras y acciones, a veces bien intencionadas pero ingenuas, no causarían profundas reacciones de los mercados.
Mercados que le huyen a la incertidumbre y a fórmulas disfrazadas de novedosas, pero de probado fracaso. Le huyen a un país que parece gobernado por principiantes: gente que, por principio, busca aplicar soluciones simples a problemas muy complejos.
En política local, se nos irá el año entero buscando y, ojalá, eligiendo un alcalde/alcaldesa que regrese la dignidad y el respeto al cargo. Difícil, pero tiene que haber alguien realmente capaz, de comportamiento adulto y con potencia electoral que se le mida al reto gigantesco.
En movilidad, tendremos por fin operando la muy esperada avenida 34. Luego quedarán pocos frentes, o tal vez ninguno, de intervenciones viales para mejorar el siempre peor tráfico en El Poblado. También abrirá el nuevo PriceSmart, que impactará de manera muy grave el tráfico de ambas transversales y de la loma de los Balsos.
Iniciarán obras en el Tranvía de la 80, lo cual bloqueará -¿aún más? – el tráfico en el occidente durante varios años. De otro lado, se entregará, tras prolongado retraso, el Metroplus de Envigado.
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Tendremos con certeza un pico y placa más estricto, con más números o más días restringidos que hoy. Que incluirá vehículos híbridos, lo que no debe tener muy contentos a sus dueños.
En movilidad de Antioquia, es de esperar que se entreguen las vías Pacífico 1 y Pacífico 3, que tanto han puesto a sufrir al país entero. Además de restablecer el tráfico hacia La Pintada. Pero la ganancia de tiempo en carretera será menor que la pérdida entrando y saliendo de Medellín.
También estará operando, al menos con 2 turbinas, Hidroituango. Será un éxito, pero no gracias al alcalde, sino a pesar de él.
Casi todo negativo. ¡Pero que se venga pues 2023, así nos agarre en plena permacrisis!