Petro en COP27

El presidente Gustavo Petro presentó en la COP27 un decálogo de acciones: obviedades presentadas como ideas novedosas y revolucionarias.

Esta primera quincena de noviembre se celebra en Egipto, con la asistencia entusiasta de nuestro presidente y su inefable ministra de Minas y (dudosa) energía, la reunión COP 27.
Las COP son encuentros anuales, celebrados desde 1995, que congregan a jefes de estado, ministros, burócratas y activistas de todos los países para alcanzar acuerdos y tomar decisiones que ayuden a mitigar los efectos del cambio climático.


El libreto es más o menos así:
Se revisan los avances recientes y se concluye que cada vez vamos peor. Que las metas mínimas acordadas en conferencias anteriores están más y más lejos de ser alcanzadas.
Se escuchan reportes cada vez más dramáticos sobre países que pronto desaparecerán tragados por el mar o que sufren inundaciones, huracanes y avalanchas peores cada año. Se oyen lamentos profundos sobre pérdida de cosechas, sequías intensas, incendios forestales y cada vez mayor cantidad de víctimas mortales entre personas y animales. Por las catástrofes y por física hambre.

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Estos países pobres argumentan que sus desastres climáticos son causados por gases que han emitido los países ricos durante dos siglos, en especial en las décadas recientes. Y que por tanto deben financiarles cuanto antes las mega inversiones requeridas para mitigación y adaptación.

Pues si no lo hacen, también ellos, los ricos, muy pronto sufrirán las consecuencias en términos de escasez generalizada de productos agrícolas y migraciones muy superiores a las actuales.

Los países ricos escuchan y quieren mostrarse interesados en ayudar, pero la voluntad política es mínima y las arcas están vacías, mucho peor ahora que hay guerra y la prioridad es, justamente, la opuesta: producir armas y regresar a las fuentes de energía más contaminantes. Al menos mientras pasa la emergencia.

Los organismos multilaterales tratan de lograr nuevos acuerdos y compromisos serios de ambas partes. Sabiendo todos que, con contadas excepciones, no serán cumplidos.
Entre tanto, llega Petro a la COP con su decálogo de acciones, todas muy lógicas y orientadas a “descarbonizar” la economía y a “proteger la vida”. Unas son obviedades presentadas como ideas novedosas y revolucionarias, por el estilo de “la clave para vivir mejor en este mundo es eliminar el hambre y la pobreza”. Caramba, ¿quién podría no estar de acuerdo?

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Exceptuando su loable interés en salvar la Amazonía, las demás son utopías 100 % irrealizables, pues en el punto en que estamos cualquier acción de mitigación o adaptación, para que sea mínimamente efectiva, requiere inversión de muchos trillones de dólares (puro mercado y capitalismo) a lo largo de varias décadas.

Lo más paradójico es que las acciones con las que se podría “descarbonizar” al mundo exigirán durante mucho tiempo un consumo de combustibles fósiles muy superior al actual.
Es decir, ¡más petróleo y carbón para poder eliminar el petróleo y el carbón!

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