Vino con hielo: no me dejaron alternativa

Para un brindis se pueden negociar el lugar, la compañía y hasta un servicio en vaso. Pero la temperatura no. Con los grados centígrados no se juega: allí está parte de la magia.

Con hielo, sí, como lo leen. Y no como expresión de creatividad gastronómica para darles matices a la copa y al momento, como ocurre con el tinto de verano (un Tempranillo o un Malbec de bajo costo con un toque de soda o de gaseosa blanca para enfrentar el calor del día); con el vino caliente (un tinto joven y de bajo costo, servido a la temperatura del café, más canela, azúcar en el borde del cáliz y una rodaja de naranja, que le darán tibieza a una noche que escarcha) o con la sangría (tinto joven y de bajo costo, soda, frutas, ron). No, nada de eso: hielo y ya.

Le puede interesar: Yo también saqué las colas de mi mesa

Me ha ocurrido en tres ocasiones, y eso que dicen que a uno no lo capan dos veces. Y estoy seguro de que no demora la cuarta porque la lucha contra el servicio al clima del vino va para largo.

Las tres ocasiones fueron como calcadas, aunque en restaurantes diferentes, y no digo los nombres porque no busco montar aquí un paredón: pedí vino tinto como mejor aliado de los platos que elegí ese día y me llegó vino tinto, pero a la botella le faltaba temperatura, una clave crítica del disfrute. Mejor dicho, le sobraba, porque contrario a lo que se estila todavía en muchos restaurantes esto de al clima, de la temperatura ambiente, no funciona y menos en Medellín donde hay días que parecemos Honda y en otros llueve como en selva del Chocó.

Y no es que los del vino freguemos mucho. ¿Se comerían a placer una cazuela de mariscos tibia? ¿Recibirían con ganas una cerveza sacada no de la nevera sino de la caja? Platos y bebidas invitan a servicios correctos.

En las tres ocasiones a mis tintos les sobraban hasta seis grados centígrados. ¿Que muy cositero? Hay qué ver cómo se esfuman el paladar y los aromas cuando un vino va al clima a la copa y no se cuidan los ocho grados para blancos, rosados, dulces y burbujas, y los 18 para los tintos, brinden donde brinden.

Le puede interesar: Larga vida al vino de botella pequeña!

Pues con hielo salvé mi pobre vino mal servido. Había qué ver las miradas del mesero y de los comensales vecinos, pero todo vale para rescatar gusto y aromas. En su próxima capada, seguro no será la última, pidan tres cubos, un vaso y una cuchara (ay, las miradas de los testigos); lleven los hielos a la copa que ya tiene vino, vino mal servido; pónganlos a girar cuatro veces entre el cáliz; retírenlos con la cuchara y devuélvanlos al vaso. ¡Y listo! Por arte de tres cubos y cuatro giros, su tinto estará en 18 grados, mientras el resto de la botella reposa en una cubeta al pie de mesa.

Salud y buen clima. Otro día les cuento cómo se salvan los ocho grados para blancos, rosados, dulces y burbujas.

- Publicidad -

Más contenido similar

- Publicidad -

Más noticias

- Publicidad -