/ Juan Carlos Franco
Muchos años nos va a tomar a los medellinenses superar el trauma colectivo que nos está dejando el actual proyecto de Valorización de El Poblado.
Aun si finalmente se resuelven los múltiples problemas técnicos de diseño y ejecución… aun si la ciudadanía se resigna a aceptar, pagar y vivir con estas obras mediocres y tardías (OK, de acuerdo, no todas), será muy difícil que en adelante en Medellín se propongan más proyectos ambiciosos por Valorización.
Sea como sea, el tiempo pasará raudo, el futuro nos atropellará y más pronto que tarde estas obras –las buenas, las regulares y las malas– habrán cumplido su ciclo y se verán estrechas, incómodas e insoportables para el progreso de la ciudad y el bienestar de sus habitantes.
Es hora de ir pensando y definiendo la nueva generación de obras. ¿Qué va a hacer Medellín cuando ya no podamos casi circular por nuestras vías?
Hasta ahora nuestras autoridades se limitan a pedir que por favor usemos más el transporte público, que caminemos más, que a todas partes por favor en bicicleta. Pero estos bien intencionados consejos no tienen gran calado, pues ninguna de esas opciones es suficiente para la mayoría de los ciudadanos que hoy tienen o que mañana podrán tener vehículo propio.
Pero el transporte público es todavía deficiente y su cobertura es muy baja, especialmente en El Poblado. Pero la seguridad para bicicletas es baja, incluso de día. Y la contaminación es demasiada, y las aceras son estrechas, mezquinas y peligrosas.
Además, nadie ha dicho que aquí ya no se vendan más vehículos nuevos. Al contrario, el estímulo es a que los consumidores cambien de carro con mayor frecuencia cada vez. Vender vehículos sigue siendo una actividad comercial altamente respetable que dinamiza la economía.
En síntesis, la cruda realidad es que estamos lejísimos de que el vehículo privado, con un único conductor, empiece a reducirse de manera notable. O que al menos deje de crecer. Al contrario, seguirá creciendo en la medida en que la población y la economía crezcan y la movilidad social se mantenga.
Y pronto se acabarán los cruces viales donde pueda construirse un paso a desnivel que realmente impacte la movilidad. Entonces, ¿qué obras hacer en este sector de Medellín?
Ya que a nivel no se va a poder, inevitablemente tendremos que construir nuevas autopistas por encima o por debajo. Es decir, larguísimos viaductos -segundos pisos, como los llaman en México- o larguísimos túneles que unan puntos distantes de la ciudad.
Suena feo y costoso, pero es más feo y costoso que la ciudad colapse todos los días.
Y dentro de estas dos opciones casi siempre será más favorable hacer una obra en altura que subterránea. Sí, de vez en cuando tendremos una bajo tierra, como Parques del Río. O la que cruzaría por debajo del Olaya Herrera para unir a Guayabal con Belén.
Pero los más importantes serán los viaductos, conservando la vía original por debajo. ¿Qué tal uno que vaya por encima de la Autopista Sur, entre la 30 y Envigado, con accesos y salidas cada 2 o 3 Km? ¿O sería mejor por encima de Las Vegas y La Regional?
Elevar toda la avenida El Poblado sería mucho más difícil, pues es más estrecha y urbana, además de su densa arborización. Pero quizá no tanto la avenida Oriental, entre San Diego y el Río Medellín.
Por supuesto, estas vías deben tener peaje electrónico. Usarlas cuesta, y mucho. Que muchos particulares se vayan por encima y que por debajo circulen los que prefieren no pagar y el transporte público.
Hoy esos viaductos pueden parecer estrambóticos y suntuarios. Pero súmele al tráfico actual otro 50% de vehículos, fácilmente alcanzable antes de 15 años y hablamos. Si en otras ciudades existen y funcionan bien…
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