¿Vacuna obligatoria? El mundo entero discute la necesidad de implementar un “pasaporte sanitario” para viajar, trabajar o para asistir a eventos.
El 13 de diciembre de 2019 fue un día de celebración en la OMS: 40 años antes, en el mismo recinto, los miembros de ese organismo internacional habían declarado solemnemente: “El mundo y todos sus habitantes se han liberado de la viruela”.
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Ese mismo día, mientras el director Tedros Adhanom develaba la placa conmemorativa, en una remota ciudad china, Wuhan, las autoridades sanitarias reportaban el ingreso de 27 personas al Hospital Provincial por “una especie de coronavirus”. Al señor Tedros le tocó empezar a incluir en sus discursos las palabras “pandemia” y “cuarentena”.
Jean-Paul Sartre: “Mi libertad se termina donde empieza la de los demás”.
Hoy, frente al desafío mundial por el COVID19, la humanidad revive las lecciones de la viruela. ¿Cómo se logró erradicar esta terrible enfermedad de la faz de la tierra? Con grandes campañas de salud pública, y una vacunación masiva y persistente. Y obligatoria. En el carnet escolar de una niña de Medellín que estudiaba primaria en 1972, se lee: “El carnet de salud es obligatorio para todas las personas que trabajen o que vayan a trabajar en fábricas, talleres, tiendas, oficinas y demás establecimientos públicos y privados; para los estudiantes en cualquier grado de estudio y para las personas que por razón de sus labores tengan contacto con el público… Artículo 2° del Decreto 239 de 1965”.
En aquella época, el carnet de salud debía garantizar que los estudiantes estuvieran al día en su vacunación antivariólica, como una condición para la matrícula. El acceso a la vacuna era un derecho, así como un deber. Pero el COVID19 volteó el mundo al revés: investigadores de todo el mundo han desarrollado la mejor herramienta para superar el desafío, y millones de personas se niegan a hacer uso de ella.
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Estados Unidos, el país que cuenta con la mayor disponibilidad de dosis en el planeta, le está rogando a sus ciudadanos que se vacunen. El absurdo: 99,5 % de las muertes recientes por COVID19 en ese país se han dado entre personas no vacunadas. El presidente Joe Biden pide que las personas inmunizadas vuelvan a ponerse los tapabocas. Sí, el mundo al revés: las personas vacunadas restringiendo nuevamente su libertad por la desidia de los no vacunados.
¿Y en Colombia? El ministerio de Salud prende la alarma, porque el 40 % de las personas entre 50 y 59 años no se ha vacunado, aunque ya tienen la potestad de hacerlo. No vale la pena detenerse en las razones que arguyen, porque cualquier idea, mito o teoría conspirativa se cae frente a un objetivo superior: la supervivencia de la humanidad. Vacunarse o no contra el COVID19 no puede hacer parte del libre albedrío. Lo dijo Jean-Paul Sartre: “Mi libertad se termina donde empieza la de los demás”.
Muchos países están debatiendo la necesidad de que la vacuna sea obligatoria, y en algunos lugares ya se está implementando el “pasaporte sanitario”, es decir, el nuevo carnet de salud. ¿Será que en Colombia podemos desempolvar ese Decreto 239 de 1965? Un decreto que sigue vigente, después de 56 años. O, al menos, a nadie se le ha ocurrido derogarlo.