Pues bien, en este pueblo tan conocido por muchos, tan mencionado por tantos, tan visitado por otros más, y tan de moda últimamente, se hace posible degustar una pizza de calidad sorprendente.
¿Será acaso que la sal de El Retiro le otorga sabor especial a esta pizza? ¿Será que la calidad del agua que posee este municipio (reconocida como una de las mejores de Antioquia) influye sobre la receta? Y si no influye para nada en la receta, ¿será entonces que ella afecta positivamente el buen sabor de tomates, champiñones, orégano y albahaca que son sembrados en tantas huertas de sus alrededores? O de pronto, mucho tendrán que ver los quesos de la región y esto sin descartar la buena mano sazonadora de quienes la confeccionan, pizzeros todos y todas, y descendientes de los Guarceños. Y si existen factores esotéricos que influyen en el buen sabor de las recetas, ¿será acaso la belleza del paisaje que rodea El Retiro el causante de tan buen sabor? Y si no es el paisaje, ¿será el orden, la limpieza, y la hermosa arquitectura del pueblo?
Esto de elogiar una pizza es asunto delicado, pues con esta preparación pasa lo mismo que con los colores: todo el mundo es dueño de sus ojos. Sin embargo, en mi calidad de fanática consumidora de napolitana, me atrevo asegurar que la pizza de San Lorenzo puede satisfacer a fanáticos provenientes de las más connotadas capitales de la pizza. En otras palabras, en El Retiro se puede degustar una pizza tan buena o más como aquellas reconocidas de Nueva York, Miami, Milán, Roma, Cali o Bogotá.
Para entrar a El Retiro no existe sino una calle principal a la cual se accede sin riesgo de pierde. Una vez se ha avanzado dos cuadras en dirección a las torres de la iglesia, los aromas más contundentes de queso gratinado entran mágicamente, aunque estén cerradas puertas y ventanillas del carro. Dicho aroma se expande por varias cuadras a la redonda y se concentra en el Parque Principal. Quede claro: usted no se encuentra en Nueva York; está en El Retiro y no tendrá necesidad de preguntar por la ubicación de San Lorenzo… los aromas lo pondrán al frente de sus puertas.
Ahora bien, si su hambre no es de pizza, la alternativa que tiene es mil veces mejor, pues si de sus pizzas digo que son sorprendentes, de sus lasañas de carne y de pollo opino que no tienen parangón y que pueden concursar con las mejores del mundo. Puede que me equivoque, pero además de los sabores que estoy elogiando, aquello que más me impulsó a escribir esta crónica son los permanentes y buenos comentarios que siempre escucho de las personas que allí se han sentado.