Como la norma lo indica, las fundaciones son entidades sin ánimo de lucro que tienen como propósito el beneficio social. Es frecuente que no pertenezcan al orden gubernamental y que puedan traspasar fronteras geográficas. Además, tienen el derecho o la libertad de elegir a qué meta de interés colectivo dirigen acciones y recursos.
El concepto fundación parece remontarse al derecho romano; de hecho, la raíz etimológica proviene del latín fundatio, que viene del verbo fundo, alusivo al fondo o a los fundamentos. Dicha raíz tiene plena coincidencia con el rol de las fundaciones, que hoy mantienen firme su mirada hacia las necesidades fundamentales, hacia las brechas sociales, hacia las acciones en las que la innovación social puede transformar realidades adversas en oportunidades.
Las fundaciones suelen perseguir fines que se alinean con la solución de un problema determinado, persiguen satisfacer necesidades de diversos grupos de personas. Cuentan con los recursos o el patrimonio necesario para conquistar su misión, en un equilibrio que asegura su sostenibilidad en el tiempo. Están orientadas por el propósito que suele declararse en sus orígenes, y su reconocimiento legal le permite al Estado velar por que sus patrimonios sean preservados y sus misiones tengan continuidad.
Ahora, con un lente menos técnico, vale la pena analizar otras ventajas que entregan las fundaciones a la sociedad y será San Vicente Fundación el ejemplo elegido para enfocar la mirada: no sobra decir que lo primero que se logró con esta fundación fue situarse en el futuro.
Al momento de la construcción del primero de los hospitales, Medellín contaba con poco más de sesenta mil habitantes; no obstante, la capacidad de la infraestructura que se entregó a la ciudad superaba por mucho lo que requería la época. Osadía o visión, don Alejandro Echavarría estaba mirando a la ciudad que habitamos hoy, en todo su entramado y densidad. Luego, con el segundo Hospital –el de Rionegro– se dio continuidad a este principio, previendo el rápido crecimiento del Valle de San Nicolás y buscando estar preparados para los desafíos que enfrentará en las siguientes décadas.
La mirada futurista de los fundadores también contemplaba la capacidad que la región debía tener para desarrollar nuevos conocimientos. Implicaba que esta región debía ser un epicentro para el aprendizaje, la investigación y la innovación en un campo fundamental para el bienestar de las sociedades, la salud. Miraban hacia descubrimientos y creaciones que todavía no sucedían, hacia intercambios de saberes y experiencias que permanecerán un siglo después de asentada la primera piedra.
Finalmente, don Alejandro fue preciso en sus consignas: “He resuelto fundar un hospital, pero un hospital grande, muy grande, para recibir a todo hijo de Antioquia y del resto del país que necesite sus servicios”. No hay lugar a interpretaciones en su voluntad hoy convertida en propósito fundamental: todas las personas que requieran la atención especializada van a encontrarla aquí, y esta promesa se ha cumplido de forma ininterrumpida durante más de 110 años.
Lo conceptual y la visión con propósito se conjugan para darle forma a esta y tantas fundaciones que se han caracterizado por desplegar esfuerzos incansables para entregar bienestar a quienes más lo necesitan. San Vicente Fundación, en particular, para garantizar el acceso a servicios de salud con pleno derecho y dignidad y un espacio físico que se convierta en símbolo de la vanguardia inspirado en los más altos valores del humanismo.