Un personaje de Medellín: la complejidad del gesto, de Francisco Antonio Cano

"Personaje de Medellín", obra de nuestra portada en la edición impresa No. 904.

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La exposición titulada “La creación del gesto”, que el Museo de Antioquia dedica a Francisco Antonio Cano, habla claramente de lo complejas que resultan su figura y su obra. Basta señalar que al mismo tiempo se recuerdan los 350 años de Medellín, los 160 años del nacimiento de Cano, en Yarumal, el 24 de noviembre de 1865, y los 90 años de su muerte en Bogotá el 11 de mayo de 1935. Fechas y momentos con significados diferentes que, de una u otra manera, convergen en Cano.

Pero la complejidad de un artista va más allá de estas coincidencias, como bien lo indica la muestra del Museo de Antioquia. Porque, con toda certeza, puede afirmarse que un gran artista es, por su propia esencia, complejo, problemático, multifacético: son creadores que definen procesos culturales y sociales. Y, por eso, la historia del arte está llena de buenos artistas que prefirieron ser buenos a ser complejos y que, a pesar de sus valores y de su interés, nunca llegaron a ser definitivos.

Un personaje de Medellín es el título que en la exposición tiene un pequeño dibujo de Cano, sin fecha precisa, excepto un “sept 14”, en el cual aparece escrita también la palabra “fantasía”. Se podría considerar solo como un boceto rápido que luego acabó sumergido entre un mar de otros apuntes, rescatado luego, en las colecciones del Museo; pero, quizá, es también la imagen del complejo mundo de intereses conceptuales, culturales y estéticos que despliega la obra de Cano.

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Arte sobre el arte

Cabe señalar, ante todo, que en el arte académico el calificativo de “fantasía” se refería frecuentemente a un asunto inventado, que salía de la imaginación del artista y que no era producto del trabajo directo a partir de un modelo. No interesa, pues, como retrato particular de un personaje concreto, que era una de las especialidades de Cano, sino más bien por la manera como el artista lo enfrenta.

 En general pensamos que Francisco Antonio Cano es un pintor académico, muchas veces apoyado en las tradiciones del taller, basadas en el dibujo del modelo vivo o de los yesos que reproducían fragmentos del arte antiguo. Sin embargo, un pequeño dibujo como este nos revela que Cano resulta mucho más complejo.

En efecto, el academicismo que predomina en la formación y en el trabajo de muchos artistas, desde finales del siglo XVIII hasta comienzos del XX, cree que la belleza y la verdad del arte se encuentran en la imitación o seguimiento de los maestros clásicos antiguos y de los neoclásicos modernos que, según se afirma, han sabido llegar a una perfección que supera la naturaleza. En otras palabras, es un arte que tiene como modelo y paradigma ideal una forma de arte y así, en buena medida, es un arte sobre el arte.

Pero un artista y maestro como Francisco Antonio Cano piensa que el asunto es mucho más complejo. Por una parte, cree en la validez de los métodos académicos y en la formación artística pero, por otra parte, es consciente de que son solo herramientas y que el arte no se reduce a ellas. Cano no se limita a mirar el arte, sino que quiere enfrentarse con la realidad, en una dinámica que se manifiesta sobre todo en dibujos, bocetos, bodegones y paisajes.

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A diferencia de un retrato tradicional, Un personaje de Medellín no dedica su interés solo a la psicología expresada en el rostro, sino que genera el significado a partir de la libertad de los trazos que crean un ambiente. Sin muchos detalles, Cano logra producir la sensación de que estamos frente a una persona viva y concreta, captada en una impresión fugaz.

Así como Tomás Carrasquilla demuestra que se puede escribir gran literatura sobre Antioquia, Francisco Antonio Cano descubre que, a partir de las herramientas de su formación académica y sin detenerse exclusivamente en el arte, puede aproximarse a la comprensión de nuestras realidades.

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