Los números han sido desde que llegué a este mundo mi mapa de ruta, hasta de mis sueños y metas más altas. La racionalidad se convirtió en lo único en lo que creía que para mí era “la última palabra”.
Muchas veces la racionalidad y la lógica en los números nos dan respuestas fijas a las incógnitas que debemos resolver. Pero con el pasar del tiempo me di cuenta de que en las palabras radica el poder del cambio y la transformación del ser desde la consciencia, siendo esto más fuerte que cualquier operación matemática.
La mente siempre estaba inquieta en revolución pretendiendo direccionar mi vida como le plazca, pero mezclada con un miedo de no encajar que me impedía tomar decisiones conscientes en lo que realmente me gustaba o en el cómo me quería sentir.
El ego es una fabricación de la mente, hacemos de este el principal actor de nuestras vidas como si tuviera siempre las respuestas adecuadas para nosotros. Qué curioso que algo tan superficial rija nuestras vidas. Como era de esperarse, el ego jugó sus movidas sucias, condicionándome a tomar decisiones basadas en los estándares de la sociedad.
Sin embargo, todo tiene un propósito e hice la maestría de mi sueño, sí, en números.
Con los años aprendí la lección, nada sucede por casualidad y el universo te va llevando a lugares y personas que necesitamos para nuestra evolución. Ser honesto con uno mismo significa el éxito puro y certero.
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Al día de hoy, gracias a este encierro milagroso, he tomado la decisión de crear una nueva realidad. Renunciar a los apegos, al qué dirán por parte de las personas a mi alrededor; conllevó a la manifestación de mi libertad y de lo que verdaderamente soy, lo cual se deriva en la plena aceptación de lo que me satisface y realmente me hace feliz.
Leer me atrapa y me envuelve en un vicio incontrolable, pero escribir me libera, me sana, el tiempo pasa rápido y las palabras fluyen naturalmente, como si mi mente estuviera lista en todo momento para salir y expresarse sola. Las palabras me acompañan en cada momento de mi existencia, me conecta con mi yo interior y con las increíbles personas que llegan a leerlas.
Gracias a esas personas que se han cruzado en mi camino, a esas puertas cerradas que nunca se abrieron; hoy reconozco una versión de mí que tenía perdida en las profundidades del miedo y de las dudas.
Hoy puedo decir con certeza quién soy, lo que quiero para mí y el mundo que me rodea. Esa personalidad dulce y expresiva, la cual me permite llegar a lugares que nunca imaginé y entender con empatía y amor las necesidades de las personas que con curiosidad llegan a mí.
Ana Vásquez O.