En nuestra portada, una obra del artista Sebastián Spiess, egresado de la Especialización en Intervención Creativa de la Colegiatura Colombiana.
En las discusiones del arte, a finales del siglo XX, se llegó a pensar que la actividad manual era enemiga del arte. Se cuestionaba así una dimensión esencial de la creación artística, que hacía posible que el contenido de la obra se manifestara en elementos materiales concretos, en forma de pintura o de escultura, por ejemplo.
Aunque algunos artistas supusieron que ya no era necesario dominar ningún proceso técnico, la mayor parte del arte contemporáneo comprendió, por el contrario, que la mano y el cerebro están unidos y que, de alguna manera, el artista piensa con las manos.
Sebastián Spiess (Cali, 1992, @spiess.6), demuestra con su obra que no tiene sentido oponer la creación artística y la actividad manual. Por supuesto, se han transformado los medios de manera radical; pero la perfección material de sus obras y su precisión matemática y mecánica, hacen ver que el artista que él encarna sigue siendo alguien que “sabe hacer algo” que nos asombra y atrapa, aunque no seamos capaces de comprender cómo lo hace.
Hijo de padre suizo, ingeniero, y de madre caleña, bailarina, Sebastián Spiess (o simplemente “Spiess”, como se presenta) descubrió desde niño la fascinante experiencia de construir máquinas y juguetes a partir de desperdicios industriales, en un contexto familiar caracterizado por la creatividad. Luego, durante su formación escolar y en la universitaria, en diseño de modas, se lanzó a la investigación sobre los materiales más diversos para la producción en serie de elementos de moda. Finalmente, en la búsqueda de una mayor libertad estética y de expresión sensible, la Especialización en Intervención Creativa de la Colegiatura Colombiana le ayudó a dar el salto hacia la realización de piezas únicas de gran formato, que define como “esculturas de autor”, resultado de un complejo proceso de concepción y desarrollo, en el cual se involucran, simultáneamente, los recuerdos de su infancia, la experiencia de la soledad, la actividad de estimulación creativa con niños, sus conocimientos de mecánica y de matemáticas, la relación amorosa y sensible con los más diversos materiales y, seguramente, muchos otros asuntos.
“Stellatus MT021” es el resultado de un trabajo con niños que producen dibujos e intervienen piezas pequeñas proporcionadas por Spiess, y que se convierten en el punto de partida para el diseño y creación de la gran escultura de 85 cm de altura y 14 kg de peso que, al final, es presentada de nuevo a los niños para completar la experiencia creativa. “Stellatus” no es, en realidad, el título de la obra sino el reconocimiento de que los niños son las auténticas estrellas de este proceso.
Frente a “Stellatus MT021” se podría pensar que nos encontramos con el diseño industrial de prototipos con fines lúdicos, realizados con gran destreza; sin embargo, una mirada más atenta revela una profunda carga significativa que los observadores pueden experimentar en los más diferentes niveles. Se trata, por supuesto, de una especie de gran juguete que evoca imágenes del mundo de la infancia pero que, al mismo tiempo, hace patente la seriedad de un complejo juego de precisión que logra la transformación de formas orgánicas en artilugios mecánicos. Pero también se revela una especie de alegría desbordada, al percatarse de que el juego realmente funciona, como si tuviera una propia personalidad. Y, por supuesto, vemos aquí muchos posibles significados, desde los vinculados con la poesía de los recuerdos hasta las ideas de humanización de las máquinas.
Una obra, la de Sebastián Spiess, que enfrenta la realidad del arte como juego, fiesta y símbolo, propuesta por el filósofo Hans-Georg Gadamer. Un universo donde desaparecen los límites entre la pedagogía, la ciencia, lo funcional y lo estético para destacar la creatividad como valor último del arte.