/ Carolina Zuleta
Para ser un piloto de Fórmula 1 y manejar un carro que puede ir a más de 300 km por hora, necesitas muchas horas de entrenamiento. Parte del entrenamiento que los pilotos de carreras deben seguir es aprender a recuperar su carro cuando este va a toda velocidad y pierde el control. La prueba consiste en acelerar, permitir que el carro se salga de control y luego volver a recuperarlo. Como te puedes imaginar, esta prueba requiere de gran destreza. Una de las claves para no estrellar con las barreras del lado de la pista, es NO mirarlas. ¿Por qué? Pues si están mirando las barreras, con su subconsciente van a dirigir su carro hacia ellas. Por el contrario, lo que estos talentosos pilotos aprenden a hacer, es a mantener su enfoque en la carretera. Esto es contrario a nuestra reacción instintiva, pues nuestro cerebro está desarrollado para enfocarse en lo que nos da miedo. Sin embargo, para ser exitoso hay que entrenarlo a mantenerse enfocado en el resultado que deseamos.
Nuestro cerebro reptil (la parte más primitiva de nuestro cerebro) está diseñado para sobrevivir y no necesariamente para prosperar. Esta parte del cerebro controla nuestra respuesta al miedo, es decir nuestra reacción a luchar, volar o paralizarse cuando enfrentamos una situación de peligro. Como la responsabilidad del cerebro reptil es tu sobrevivencia, este está condicionado a enfocarse en lo que parece ser la amenaza más grande. Si los pilotos de carreras permitieran que esta parte de su cerebro tomara el volante del carro, terminarían estrellados contra la barrera. Lo que ellos aprenden a hacer es a enfocarse en el resultado que quieren y así activar otras partes del cerebro que los ayuden a tomar el control de su carro.
Como los pilotos de carreras, tú y yo enfrentamos problemas que nuestro cerebro reptil interpreta como peligro, por ejemplo un desacuerdo con un ser querido o un problema financiero. Nuestra tendencia natural es pensar una y otra vez en el problema y no en la solución. Esta es una de las razones por las que tantas personas repiten el mismo problema, sin poder superarlo. Lo bueno es que tu puedes entrenar tu mente para enfocarse en la solución.
Hay tres momentos en los que puedes practicar un nuevo enfoque.
1. Antes del problema: meditar. La práctica de meditación te ayuda a callar tu mente progresivamente, dejando ir el parloteo de pensamientos que tenemos. La meditación es el entrenamiento antes de la prueba.
2. Durante el problema: gratitud. Cuando hay una amenaza, tu mente quiere enfocarse en ella. Pero si tomas control y te enfocas en escribir o pensar por qué te sientes agradecido, entonces le das a tu mente una tarea y así no puede enfocarse en el problema.
3. Después del problema: perdón. Pasamos mucho tiempo pensando en situaciones que ya quedaron atrás. Para tener el control de tu vida debes cerrar esos capítulos y la mejor manera es perdonarte a ti y a las demás personas involucradas en la situación.
La habilidad para enfocarnos en el resultado que queremos y no en las circunstancias actuales o en lo que nos produce miedo, es de las más importantes para producir los resultados que deseamos en nuestra vida. Inténtalo hoy.
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