Tiempo, energía y conocimiento para construir

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Época de balances: ¿qué tanta energía invertimos en construir y qué tanta derrochamos en destruir?

Es diciembre, y es época de balances. En la báscula de fin de año, ¿qué tanto pesa lo que invertimos en construir, y qué tanto lo que derrochamos en destruir? Según Jorge Wagensberg, el físico español que tanto nos deleitó en años pasados en Medellín con sus conferencias del parque Explora y sus aforismos, se requiere más energía para crear algo nuevo que para tumbar lo que ya existe. Lo dijo en estos términos: “Construir, actividad propia de los que están a favor, es ir desde cualquier cosa hacia un ente único e improbable, lo que requiere no poco tiempo, no poca energía y no poco conocimiento. Destruir, actividad propia de los que están en contra, es ir desde un ente único e improbable hacia cualquier cosa, lo que requiere poco tiempo, poca energía y poco conocimiento”.

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El 2021 fue un año atípico, que requirió de la humanidad un esfuerzo descomunal. En palabras de Wagensberg, “ir desde cualquier cosa hacia un ente único e improbable”. Cualquier cosa, los jirones que iba dejando la pandemia; un ente único e improbable, ese mundo que teníamos que reconstruir sin saber muy bien cómo ni con qué.
¿Qué tal si aplicamos estas palabras de Wagensberg a Medellín? “Construir, actividad propia de los que están a favor…”, dice el científico. “Destruir, actividad propia de los que están en contra…”, agrega. Ese construir en consensos, a partir del diálogo, en la búsqueda de intereses comunes, “requiere no poco tiempo, no poca energía y no poco conocimiento”. Y ese destruir, en el ánimo de “ir en contra”, requiere “poco tiempo, poca energía y poco conocimiento”.

Es diciembre, y es época de balances, sí. Pero también de propósitos. Que en la báscula del 2022 pese más lo que vamos a construir entre todos, que lo que intenten destruir algunos pocos.

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Durante muchos años, nos acostumbramos en Medellín a trabajar en equipo. En la ciudad nació y creció, por ejemplo, el esquema universidad-empresa-estado, y han sido comunes y fructíferas las alianzas público-privadas para la solución de problemas de largo alcance, y las juntanzas culturales y sociales para arroparnos y proyectarnos juntos al futuro. No ha sido fácil esa construcción, por supuesto. En palabras de Wagensberg, se trata de “ir desde cualquier cosa hacia un ente único e improbable”. En el caso de Medellín, ese “cualquier cosa” era una ciudad adolorida y destruida por la violencia de los años 90; y el “ente único e improbable” era un tejido social que no teníamos y debíamos armar entre todos.

Pero en los últimos dos años hemos presenciado el otro escenario, el de destruir, “…lo que requiere poco tiempo, poca energía y poco conocimiento”, según Wagensberg. Las redes sociales facilitan este escenario: un mensaje que se redacta y se lee en segundos; un sablazo verbal que se viraliza con un mínimo ejercicio de corte-y-pega; una sentencia ligera que adquiere el peso de una catedral.

Es diciembre, y es época de balances, sí. Pero también de propósitos. Que en la báscula del 2022 pese más lo que vamos a construir entre todos, que lo que intenten destruir algunos pocos.

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