¿Tener 20 años para siempre? Descubre cómo es posible

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Cuando descubrí la Medicina Funcional, mi recorrido como médica tradicional dio un giro inesperado. Aunque, los tratamientos convencionales ofrecían alivio temporal, muchos de mis pacientes no solo no mejoraban, sino que los efectos secundarios de los medicamentos les generaban nuevos problemas de salud. Fue entonces cuando entendí que faltaba un eslabón en el cuidado integral de la salud: abordar las raíces del problema en lugar de tratar únicamente los síntomas.

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Mi interés por la Medicina Funcional surgió de una experiencia personal. Desde muy joven, mi motivación para ser médica estuvo ligada a encontrar respuestas para aliviar el sufrimiento de mi padre, quien padecía esclerodermia desde los 23 años. Su lucha constante y el deterioro de su salud, a pesar de seguir estrictamente los tratamientos convencionales, me llevaron a cuestionarme si existía una mejor manera de cuidar y prevenir el avance de las enfermedades crónicas.

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Lo que descubrí fue revelador. La Medicina Funcional, con su énfasis en la alimentación, los estilos de vida y la interconexión de los sistemas del cuerpo, me mostró que no solo es posible aliviar los síntomas, sino también transformar la calidad de vida. En mi propio entorno familiar, empecé a implementar pequeños cambios: ajustes en la dieta, incorporación de actividad física, prácticas de relajación y un enfoque en el descanso. Estos cambios no solo mejoraron mi vida, sino también la de quienes me rodean.

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Uno de los aprendizajes más profundos en este camino fue entender el envejecimiento desde una perspectiva científica. Según The Hallmarks of Aging, el envejecimiento es la pérdida progresiva de la integridad fisiológica que conduce a un mayor riesgo de enfermedades como cáncer, diabetes, enfermedades cardiovasculares y neurodegenerativas. Sin embargo, este proceso no es inevitable.

La medicina de la longevidad nos enseña que vivir más tiempo con calidad es una posibilidad real. Esto implica no solo retrasar la aparición de las enfermedades asociadas con la vejez, sino también fortalecer los pilares fundamentales del bienestar. Alimentarnos con intención, priorizar el sueño reparador, mantenernos activos y fortalecer nuestro sistema inmune son claves para ralentizar el envejecimiento.

Imagina un futuro donde las enfermedades crónicas no definan nuestros años de vida avanzada.

Imagina un futuro donde, a los 80 años, tengas la energía y vitalidad de alguien de 20.

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Visualiza una etapa de madurez donde la energía, la vitalidad y el entusiasmo por la vida no disminuyan con el tiempo. Esa es la promesa de la longevidad consciente, un enfoque que nos permite construir un futuro saludable desde hoy.

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En consulta, veo cómo estos principios transforman vidas. Pacientes con enfermedades crónicas que logran una mejora significativa en su calidad de vida al incorporar cambios en su alimentación y hábitos. Estos no son solo herramientas para tratar enfermedades; son filosofías de vida que nos enseñan a cuidar nuestro cuerpo como el recurso más valioso que tenemos. Porque la longevidad no es solo sumar años, sino llenarlos de experiencias significativas, energía y bienestar.

Esto no significa que el camino sea sencillo. La transformación requiere compromiso, educación y constancia. Pero la recompensa es invaluable: más años de vida saludable y, lo más importante, la posibilidad de disfrutar plenamente de ellos.

Así que mi invitación es esta: comienza hoy a priorizar tu salud. Analiza tus hábitos, escucha las señales de tu cuerpo y busca herramientas que te permitan construir un futuro saludable. No se trata de evitar el envejecimiento, sino de abrazarlo con vitalidad y plenitud.

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¿El secreto? No es solo vivir más, sino vivir mejor. Porque, al final, la calidad de los años que vivimos es lo que realmente importa.

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