Faltando diez

Dejando a un lado estrategias tan bajas como la de venderse como “El de” otra persona, los discursos a la Alcaldía parecieran anunciar la intención de continuar con “paños de agua tibia” en materia de sostenibilidad.

Hoy comienza una cuenta regresiva importante: en diez días –si somos responsables y ejercemos la ciudadanía en serio– estaremos depositando en las urnas nuestros votos y elegiremos a quienes gobernarán en nuestra ciudad por los próximos cuatro años. Al hacerlo, claro está, definiremos en gran medida si el futuro de Medellín es sostenible o no. Digo “en gran medida” porque el ejercicio ciudadano y democrático no se puede agotar allí, el día de las elecciones: el seguimiento y el control deben ser constantes.

Alejandro Álvarez Vanegas
Por: Alejandro Álvarez Vanegas

 

Ojalá esté equivocado, pero en las propuestas de quienes aspiran a la Alcaldía no veo contundencia en cuanto al desarrollo sostenible de la ciudad. Dejando a un lado estrategias tan bajas como la de venderse como “El de” otra persona (faltando a la ética, que es un requisito indispensable para una sociedad sostenible), el discurso generalizado pareciera anunciar la intención de continuar con estrategias que, en el mejor de los casos, son “paños de agua tibia”: medidas muy superficiales para resolver asuntos estructurales. Esto hace que gane más relevancia el control político y, por ende, hay que prestarles atención especial a dos asuntos: el voto al Concejo y la participación ciudadana activa.

En cuanto a lo primero, por suerte, encuentro buenas opciones. Entre los antiguos, creo que la labor de Daniel Carvalho puede continuar, nutriéndose de la experiencia recogida en este periodo y fortaleciéndose para avanzar en temas como la calidad del aire, el disfrute del espacio público y el reconocimiento de la diversidad, entre otros.

En el grupo de las nuevas candidaturas, veo en Estamos Listas una opción más que necesaria: su mensaje de reivindicación (principalmente en equidad de género, pero esto apalanca otros cambios) es potente –en lo práctico y en lo simbólico– y puede darle al Concejo y a la ciudad de Medellín un tono de renovación que se pide a gritos. También Daniel Duque y Simón Pérez son personas inteligentes e íntegras y sé que podrían hacer una muy buena labor.

¿Y la participación ciudadana?

El segundo punto es aún más importante y con seguridad es difícil de alcanzar. El más profundo control político se hace mediante la participación ciudadana: es nuestro deber fundamental acompañar de manera crítica la labor de quienes lleguen al Concejo y a la Alcaldía. No es “carreta”: la participación ciudadana no solo es un requisito básico para una democracia sana, sino que es también un principio fundamental del desarrollo sostenible.
En mis clases –y en cada escenario que puedo hablar de sostenibilidad– menciono estos principios: la perspectiva global (estamos interconectados social, económica y ecológicamente), el enlazamiento inseparable entre el medioambiente y el desarrollo (una sociedad exitosa y una economía próspera son imposibles en un mundo ambientalmente destruido), la justicia (no es justo –y esto nos lo han hecho ver Greta y muchos jóvenes activistas alrededor del mundo– que acabemos con el planeta y les robemos el futuro a las generaciones venideras) y, como ya dije, la participación ciudadana. Sin este último principio no es posible ni siquiera acercarse a una sociedad sostenible.

En Medellín (y en todo Colombia) no somos particularmente buenos en cuanto a lo que a la movilización ciudadana se refiere. Esto les envía un mensaje peligroso a los tomadores de decisiones: el seguimiento y la veeduría son débiles y pueden hacer lo que quieran. Se termina pensando según la idea de que “aquí el que manda soy yo” y se toman decisiones que no van encaminadas hacia el bien común. Por eso es vital informarnos y analizar lo que hagan quienes lleguen a Alcaldía y Concejo, para luego manifestarnos al respecto.
La transformación hacia la sostenibilidad no se va a dar solo porque las Naciones Unidas hayan propuesto los ODS ni porque el concepto aparezca en los discursos. Esto es importante, sí, pero las probabilidades de dar luz a una sociedad sostenible solo serán verdaderamente altas cuando sintamos que participar también es responsabilidad nuestra…

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