Las noticias sobre el incremento de contagios de COVID-19 en el mundo generan cada día una mayor incertidumbre. Este es un enemigo invisible, que tiene en vilo al mundo, y que aún no hemos podido controlar. Y, mucho menos, identificar plenamente sus tácticas de ataque.
Colombia no es la excepción. No en vano las autoridades de salud manifiestan preocupación por la situación del país, y el incremento diario en el número de contagios.
En Antioquia y su Valle de Aburrá, hace dos semanas se alcanzó una ocupación de Unidades de Cuidados Intensivo (UCI) del 85% .
De acuerdo con los reportes oficiales, las cifras más altas de contagio se generan en Antioquia, donde (según datos del 5 de noviembre) se suman 178.735 contagios por Covid-19, en Medellín. En su área metropolitana la cifra asciende a 150.330 contagiados, lo que representa un 84.1 % de los casos totales ocurridos en el departamento de Antioquia.
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Pese a que en los últimos días esa ocupación de las UCI ha disminuido en Antioquia, ubicándose entre un 75 y un 79 por ciento, para el Ministerio de Salud este margen sigue siendo inquietante, si se considera el aumento diario en los casos de Covid-19 que se presentan en el departamento, donde la cifra de contagios aún no presenta una baja considerable.
El aumento evidencia la falta de disciplina social y la ausencia del autocuidado, que son las únicas herramientas que tenemos como sociedad para hacerle frente al Covid-19.
El personal de salud está experimentando el cansancio y el agotamiento, su labor se ha aumentado, su exposición al riesgo sigue y a esto se le suma que hay entidades que no han cumplido con los pagos de manera puntual. Lo que se traduce en estrés que agudiza su situación cada día más.
Esta problemática transciende la burbuja de la individualidad, y requiere la aceptación de que estamos en un momento crítico, que no solo se resuelve con las medidas impuestas o recomendadas por los gobiernos, sino de la mano de la responsabilidad de cada ciudadano, de los empresarios y los comerciantes, de ¡TODOS! como sociedad.
Tenemos que entender que la indisciplina social es un boomerang que impacta proporcionalmente la esperada y necesaria reactivación económica. En general, la ciudadanía ha bajado la guardia en adoptar de manera rigurosa las medidas de bioseguridad. Pareciera que le hemos ido perdiendo el miedo a la enfermedad, bajo un absurdo imaginario de que el virus no nos afectará, sino que es caso de unos cuántos. Contrario a esto, cada día la senda de contagios va en aumento y es más común encontrar casos cercanos.
Las reuniones familiares, las fiestas con amigos y vecinos no paran de realizarse, pese a las restricciones y las sugerencias de los expertos en salud de mantener el distanciamiento social.
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Reactivar la economía no puede ser sinónimo de hacer vida social, como si no nos enfrentaramos a una pandemia. Porque los efectos de esto podrían ser peores, y un rebrote de Covid-19 paralizaría de nuevo la economía y nos dejaría inmersos en un confinamiento que podría agudizar las crisis y generar graves afectaciones en la salud mental de todos.
El escenario mundial es cada vez más desalentador: países como el Reino Unido, Francia, Alemania, Italia, España, por mencionar solo algunos, han endurecido las medidas para hacer frente al aumento de contagios, implementando nuevas medidas de confinamiento. Medidas que no quisiéramos se implementen en Colombia. Las cifras que nos reportan a diario en el país, sobre el número creciente de contagios, evidencian la magnitud de la situación que estamos viviendo.
El llamado tiene que ser a no bajar la guardia. Cada uno de nosotros tendremos que transformar nuestras formas de vivir y relacionarnos, si queremos ganarle la batalla al coronavirus. Nuestra corresponsabilidad está en evitar la propagación del virus y la saturación de las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI), y darle respeto y un merecido descanso al personal de la salud. No se trata solo de pensar en quiénes están cerca. Se trata de entender que esta es una situación que solo podremos superarla si asumimos la responsabilidad que nos corresponde.
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Que la reactivación económica no puede convertirse en una excusa para echar la seguridad de todos y cada uno de nosotros por la borda. La corresponsabilidad y la aceptación de que estamos atravesando un momento crítico para toda la humanidad, es la posibilidad de ganar la batalla.
No más excusas, y sí más medidas de seguridad y cumplimiento de los protocolos en todos los espacios, la empresa, la casa, el parque, el restaurante, el centro comercial, los almacenes. El COVID-19 no se ha ido, podemos estar frente a la segunda ola de la pandemia, la cual puede ser incluso más crítica que la anterior.
Las alertas están encendidas en todo el mundo. Que Colombia y nuestra ciudad sean ejemplo de cuidado, protección y cumplimiento de los protocolos de bioseguridad.
Por: Luis Bernardo Vélez Montoya / Presidente Concejo de Medellín