Resulta que nuestra Selección Colombia, por más que lo ha intentado toda la vida, jamás ha ganado el Campeonato Mundial de Fútbol. Tampoco nuestro país Colombia, a pesar de intentarlo desde siempre, ha eliminado el hambre, la pobreza, la desigualdad, el desempleo ni la inseguridad.
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Resulta, también que, en un giro irónico del destino, el Pacto Histórico, además de (des)gobernar el país, ha recibido el encargo de asumir la dirección técnica de la Selección Colombia. Sale Lorenzo, entra Petro.
La premisa básica es que, como nunca hemos sido campeones mundiales, el modelo anterior ha fracasado. Y ya es hora del cambio. Entonces el nuevo director técnico se estrena, decretando:
1. La selección de fútbol debe democratizarse.
Hay que dar la oportunidad de participar a numerosas personas y comunidades que tradicionalmente han sido discriminadas, apartadas de la selección por esa fracasada costumbre elitista de andar escogiendo solo a los mejores jugadores del país. Que, ya se dijo, jamás han sido campeones mundiales. Con esta nueva dirección técnica “del cambio” sí lo seremos. ¡Del fútbol y de la vida!
2. No es necesario que los jugadores tengan experiencia previa jugando fútbol; la dirección técnica del cambio no es así.
Como ejemplo, el jugador ya seleccionado como armador central confiesa a los medios que “el fútbol siempre me dio muy duro, no es mi fuerte”. Pero, tranquilos, que “he visto muchísimos partidos por TV y entiendo mejor que cualquiera cómo se siente el fútbol desde abajo”.
3. La Selección también abre sus puertas a miembros de las barras bravas.
Que son, según el Pacto, héroes incomprendidos a los que la Policía se las tiene montada. Hay que defender su sagrado derecho a vivir el fútbol con violencia. Sus desórdenes y ataques son expresiones de libertad.
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Empieza la eliminatoria, y esta nueva selección no gana partidos. Tampoco los empata. Es más, los pierde todos por goleada, incluyendo numerosos autogoles. Perdemos incluso contra países tradicionalmente muy inferiores en fútbol. Es que, caramba, el equipo ni siquiera entiende las reglas básicas del juego.
El director técnico proclama que no han perdido por culpa de sus inexpertos jugadores ni de sus retorcidos planteamientos técnicos. ¡La culpa, claramente, es de los periodistas deportivos, que desorientan a los aficionados hablando mal de esas reformas -tan urgentes- a los modelos de juego anteriores!
El técnico, aunque no madruga, se mantiene muy ocupado. Escribiendo en X contra todo aquel que afirme que su equipo es muy malo, mucho peor que todos los anteriores. Les dice que el proceso de cambio apenas está empezando, que se van a necesitar varios ciclos de campeonato antes de salir campeones.
Entretanto, los jugadores de la selección anterior y todos los demás que tienen un “sesgo cognitivo y de habilidad futbolística” abandonan el país, buscando equipos extranjeros que sí crean en su potencial.
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Los que seguiremos aquí, viendo las derrotas continuas de esta selección del cambio, aguantamos pero confiamos en que la cordura regrese después del Mundial de 2026.
Y en que, después de todo, este virus del mal fútbol no se extenderá por las estrellas del universo.