A sus 26 años Sebastián Arango disfruta su primer trabajo como anfitrión de un restaurante del barrio Manila, que le abrió sus puertas para que él haga lo propio con los clientes que recibe.
Por: Claudia Arias
“Buenas tardes, bienvenidos al restaurante, ¿tiene reservación?”. Así saluda Sebastián Arango Sierra a las personas que recibe en el negocio del barrio Manila en el que trabaja hace un par de meses como anfitrión. Allí se le ve de lunes a sábados de 12 m. a 9 p.m. con su uniforme en blanco y negro, su sombrero, sus características gafas y su dulzura.
Es su primer trabajo, algo que lo llena de alegría y lo enorgullece: “me gusta ir al restaurante, me pongo contento, quiero trabajar para mejorar mi memoria y hacerlo muy bien”, anota. Claro, también disfruta recibir su sueldo, con el cual se ha comprado ropa y aporta a los ingresos de la casa, así que también asume las cosas para el almuerzo que su mamá le empaca todos los días, sándwich, como le gusta a él.
Vive en Envigado con su mamá Olga Lucía, ama de casa, y su tía Lucía, y desde allí va todos los días en Uber al trabajo, lo cual es posible gracias a que forma parte del programa de inclusión laboral de la Corporación Crear Unidos, que desde hace 15 años ofrece orientación y servicios para personas con discapacidad cognitiva. Por ejemplo, su amigo Julián, también vinculado a la entidad, está haciendo ahora su práctica como masajista en una universidad y otros dos compañeros se desempeñan como empacadores en un supermercado.
Sebastián ingresó a la Corporación hace un año y lo que más disfruta son las actividades deportivas que realizan: saltar, correr, jugar baloncesto, nadar, las cuales comparte con sus amigos José Ricardo, Ricardo, Santiago, Juan José, César y Julián. Ahora, además, Crear Unidos le abrió la puerta al mundo del trabajo y lo ha preparado para que lo asuma de la mejor manera.
Su familia es muy importante para él. Además de su mamá y su tía, están sus hermanos Carlos Esteban y Natalia Zuluaga. Él vive en EE.UU. y a ella sí la tiene más cerca, en Sabaneta, por fortuna, porque dice que cocina una lasaña deliciosa, uno de sus platos favoritos, así como la cazuela de frijoles, que le evoca a otra de sus tías, Aracelly. Lo que sí no le gusta para nada es que le llamen la atención cuando algo no sale bien.
Sus jornadas son largas, todo el tiempo de pie, llega a casa cansado, se recuesta y sube los pies en la pared para reposar, mientras su mamá le sirve la comida. Aun así, quiere quedarse trabajando en el restaurante, donde dice que lo han tratado muy bien, con respeto, clientes y compañeros. Por ahora sigue sus jornadas juicioso, mientras alista pulmones para soplar las velas de su cumpleaños número 27 este 19 de agosto, y se prepara para disfrutar de su torta favorita, de Milo o chocolate.