El sommeliere colombiano, ganador de premios en España, es uno de los invitados a Maridaje este año. Un poco de su historia.
Por Juan Pablo Tettay De Fex / [email protected]
Cuando el café llegó a la mesa, Santiago tomó la taza, la olió y, luego, se llevó un sorbo de bebida a la boca. Dejó entrar aire a la boca y saboreó. En su expresión había satisfacción, había placer. “Me encanta un buen café colombiano, uno como este en el que se puede probar no solo un buen grano, sino la historia de las personas que hay detrás”.
Santiago Cadavid es sommeliere, es medellinense y es invidente, pero eso es lo de menos: “no me gusta que se me conozca por ser el sommeliere ciego”, dice. Y claro, eso no lo define, sino otros hechos, por ejemplo haber quedado de tercero en el certamen de cata por parejas Vila Viniteca junto a su amigo, el español Rafael Reyes. También que ha trabajado en México asesorando a varios restaurantes en la creación de su carta de vinos, o que ha sido profesor y que escribe regularmente en medios de comunicación sobre su gran pasión: el vino. Y es precisamente de eso que hablará en Maridaje, Festival de Amigos y Sabores en Plaza Mayor, que va desde hoy primero hasta el lunes 5 de noviembre.
Santiago Cadavid conoció el mundo del vino cuando llegó a España, país que lo recibió cuando tenía seis años. “En Colombia no había muchas oportunidades para personas invidentes, no había cómo estudiar”, recuerda. Y esa fue la razón de peso para buscar un mejor futuro en Europa. El primer pueblo al que llegó con su mamá se llama Tomelloso. “Allí el vino es importante, casi todas las personas trabajan con y para él, y eso me impactó bastante”. Tres años después, fijarían su residencia en Alicante.
Uno de los primeros contactos que tuvo con el vino fue a través de un libro: Entender de Vino, del Marqués de Griñón. “Me encantaba leer de gastronomía y por eso pedíamos muchos libros de cocina escritos en braille. Pero una vez llegó esa obra por error. Me encantó todo lo que allí pude leer”. Y, dice, fue ese el momento en el que decidiría que el vino sería su profesión.
Fue después de leer el libro que, en una feria gastronómica, probó el vino por primera vez. “Cuando lo pedí, me dijeron que para mí no había por ser menor de edad. Sin embargo, mi mamá me dio un poco y cuando el dueño de la marca me preguntó por mi apreciación, prácticamente le hice una nota de cata”. El asombro del hombre fue grande y desde ese momento le auguró un buen futuro en la industria.
La formación
Santiago Cadavid estudió en la Cámara de Comercio de Alicante-Unión Española de Catadores y Escuela de Catas y luego en el Wine and Spirits Education Trust, en el Reino Unido. Pero más allá de su formación académica, disfruta visitando el campo: hablando con quienes producen el vino, “es lo mejor de cada botella, conocer la historia, entender qué hay detrás, quién está detrás”.
Para él, el mejor profesor es el vino, cada bebida tiene una historia especial, cada trago ofrece historia e información que sería imposible obtener sin beber. Repite, también, que hay que visitar los cultivos, pues allí están quienes mejor entienden el medio. Al decirlo, levanta la taza de café y dice enfático que un europeo jamás podrá entender el contenido de ese pocillo y, por eso, cree que formarse como sommeliere en Colombia es complicado.
Define el vino como una puerta abierta, como un libro en el que puede leerse la historia y la cultura de un pueblo: “en todas partes el vino es el mismo, lo diferente es lo que logra la gente con él”.
De viaje en viaje
Su carrera, dice, ha sido volátil. Siempre ha trabajado como consultor. Establecerse en un lugar ha resultado complicado. “Mi discapacidad es una realidad evidente. Muchas veces he perdido trabajos por no poder ver. Por eso me resulta más fácil ser independiente”. Y repite que no le gusta ser “el sommeliere que no ve”. Tampoco comparte esa idea de que sus sentidos se han agudizado: para él, sucede que al no tener distracciones visuales, puede concentrarse en el vino mucho más, “pero tú, que ves, puedes entrenar tus sentidos para lograr lo mismo que yo”, explica. Así, dice, una persona logra ser más que un simple catador y se convierte en un traductor del lenguaje del vino, aunque reconoce que siempre habrá un grado de subjetividad en esa traducción.
Por eso, hace énfasis en que el mejor vino “es el que mejor te haga sentir”, y en su caso, es el blanco, “porque soy de disfrutar, de conversar. Me gusta la sensación de que me estoy tomando un perfume”. Y hablar de cepas o de marcas es imposible porque, recuerda, “cada vino es único y el resultado depende de muchos factores como el suelo, la gente, los barriles y otras cosas que no podemos negar”.
Santiago termina su taza de café y remata la conversación diciendo que “el vino es mi vida. No es solo mi trabajo, también es todo un disfrute”.
Festival de Amigos y Sabores
Las notas del vino, los aromas del tequila, el anisado del aguardiente y la malta de la cerveza se empiezan a preparar para combinarse con carnes, pescados, chocolate y café, además de otras delicias que llenarán Plaza Mayor del 1 al 5 de noviembre en Maridaje, el festival de amigos y sabores. Como novedades están el Salón de Saberes de Antioquia con café, chocolate y derivados lácteos y Plaza Maridaje.
Dentro de la programación académica, Todo Vino Éxito ofrece charlas y clases de cocina como la de Santiago que será hoy jueves 1 de noviembre a la 1:30 p.m.