/ Juan Carlos Vélez Uribe
Uno de los sitios del país con mayor proyección turística es indudablemente el Urabá Chocoano. Esa combinación de playas de arena blanca, selva tropical y arrecifes de coral en el Caribe solamente se da en ese lugar. El poder disfrutar extensas playas sin las aglomeraciones y tumultos de otros destinos del país y al mismo tiempo refrescarse en ríos y quebradas de aguadulce que desembocan directamente al mar, es un privilegio que ofrecen muy pocos lugares del mundo.
Lamentablemente el destino turístico por excelencia del Urabá Chocoano, como lo es Capurganá, se ve amenazado por múltiples dificultades que se han venido presentando en los últimos tiempos.
Lo primero que sucedió fue el cierre del tradicional Hotel Almar. Ello debido a las protestas de la comunidad, que se llevaron a cabo en el pasado mes de mayo producto del abandono del Gobierno Nacional a ese municipio. Esa situación produjo a su vez el cierre de las operaciones comerciales de aerolíneas como ADA y otras que tradicionalmente volaban a ese destino. Solo quedaron operando algunos vuelos chárter que son contratados por tres o cuatro hoteles que subsisten en esa localidad. A ello hay que agregarle que ahora algunas aerolíneas que han pensado en regresar a Capurganá, están alegando que las condiciones de la pista no son las más recomendables para operar allí.
Además el costo del tiquete ronda por los 700.000 pesos (ida y vuelta). Un tiquete a San Andrés en algunas aerolíneas puede costar 150.000 pesos, un destino también con playas blancas y mar de siete colores, como lo promovía el exintendente del archipiélago, Simón González.
La comunicación con Turbo y ahora con Necoclí se ha venido logrando a través de un catamarán que tiene capacidad para transportar en un recorrido de tres horas hasta a 80 personas. El problema es que el trayecto cuesta 75.000 pesos por pasajero. Otra alternativa para llegar a Capurganá es por vía aérea hasta Acandí, para luego tomar una lancha que se demora unos 45 minutos hasta allí. Sumémosle otra dificultad: no hay muelle porque, increíble, a pesar de existir los recursos para construirlo no se ha adelantado la consulta con las comunidades afro de la zona para que autoricen su construcción.
A ello hay que agregarle la crisis energética, que ha dejado por varios días y hasta meses a Capurganá sin el servicio de energía eléctrica. Hoy, cuando hay combustible para prender las plantas ubicadas en Acandí, el servicio dura apenas entre 10 y 12 horas al día.
A raíz de esta crítica situación, me contaban algunos hoteleros que en la última temporada alta la ocupación estuvo un poco por encima del 20 por ciento. Un nivel que jamás se había visto y que indudablemente pone en riesgo el enorme esfuerzo que algunos obstinados inversionistas del turismo han hecho con tesón y esfuerzo.
Como conclusión es necesario que el Gobierno Nacional y los representantes del turismo en el sector privado aúnen esfuerzos para lograr el resurgimiento de los hoteles y el turismo en esta sufrida y golpeada población del Urabá Chocoano. Un destino turístico de talla mundial como este, no puede desaparecer por la desidia de un gobierno y el desinterés de los que pueden contribuir a su recuperación.
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