Un grupo de investigación en Eafit trabaja en un desarrollo para crear textiles que reaccionarían a diferentes estímulos del entorno y del cuerpo humano.
Que además de cumplir con su propósito convencional de cubrir nuestro cuerpo y permitirnos lucir bien, los textiles tengan funciones adicionales, como que informen con anticipación si hay alguna señal de que nos vamos a enfermar, si estamos sudando de más o transpiramos alguna sustancia en exceso, filtren el material particulado de la contaminación atmosférica o que, en extremos climáticos, nos generen condiciones de confort…
Esa fue la inquietud con la que partió hace unos tres años el desarrollo del Grupo de Investigación en Ingeniería de Diseño de Producto de la Universidad Eafit -que hace ocho años trabaja en la fabricación de nanofibras- que consiste en el crecimiento en sitio de nanopartículas sobre una superficie de fibras textiles de algodón o poliéster, de manera que se cubra la tela con homogeneidad.
La profesora Mónica Lucía Álvarez, integrante del Grupo de Investigación, explicó que dichas nanopartículas están provistas de sensores habilitados para generar respuestas a diferentes estímulos del entorno.
“No es un proceso tan sencillo. Requiere de mucha investigación, de cierto tipo de pruebas y validaciones antes de que el producto sea comercial”, señala Mónica Lucía.
En la actualidad, el desarrollo está en la fase de pruebas en el laboratorio de una empresa (el nombre no fue revelado por asuntos de confidencialidad) en la que se harán validaciones en planta, con condiciones normales de operación, para ver si es viable desde el punto de vista financiero y de fabricación. Este proceso, señala Mónica, podría tomarse hasta un año.
Otros atributos de la prenda serían la creación de sistemas antibacteriales, antilimpiantes, que reaccionaría a condiciones atmosféricas.
El grupo cuenta con el apoyo de Eafit, de la empresa en la que validará su aplicación y de Colciencias, que financió el doctorado de uno de los estudiantes.