El sistema solera le da profundidad a esta bebida elaborada con caña de azúcar.
La Fábrica de Licores de Antioquia produce por primera vez en el país un ron con esta metodología.
Entrar al Centro de Rones de la Fábrica de Licores de Antioquia es como sumergirse en una copa de este dorado líquido. Las notas a madera inundan las fosas nasales y recuerdan aquellos aromas que se sienten al abrir una botella. Allí reposan bebidas que datan, por ejemplo, de 1970.
Esa, precisamente, hace parte de la celebración de los 100 años de la FLA. El Ron Centuria es una edición especial que solo se podrá disfrutar en 3.500 botellas. Se trata de una bebida adulta, con carácter y notas tostadas, ahumadas y de tabaco. Hay, también, un poco de canela, de clavo y de manzana verde. Aromas dados por un añejamiento de 49 años en toneles de roble americano.
La FLA celebra también con el Ron Medellín Gran Solera, añejado por 19 años en un sistema solera, “único en Colombia”, explica el maestro ronero Hugo Álvarez Builes. El experto añade que en el mundo, los licores añejados se producen de dos formas diferentes: el sistema estático, que ocupa menos espacio, por lo que es el elegido por la mayoría de licoreras; y el sistema solera, “el más romántico de todos”, agrega. Y eso se entiende en todo el proceso de elaboración que, por el rigor, es catalogado como artesanal (ver infográfico).
“En Colombia siempre se ha usado el sistema estático”, dice Álvarez. Es la primera vez que en el país se produce un ron solera. “Casi todos los rones centroamericanos y del Caribe se añejan de esta forma. Para celebrar los 100 años, quisimos sacar esta edición especial que cuenta con 5.500 botellas”.
Una gota de historia
El ron apareció en Nueva Guinea. De allí, viajando en barcos mercantes, llegó a África, Europa y América Latina. De hecho, la caña de azúcar viajó en 1493 con Cristóbal Colón y, al tiempo, llegaron varios de sus derivados, entre ellos el ron y el aguardiente.
Ahora, pasando a la historia de las soleras, hay que devolverse hasta 1850 cuando en Jerez de la Frontera se dieron cuenta de la mejoría que tenía el brandy después de dejarlo reposar en barricas de madera. Pronto empezarían a aplicar lo mismo al vino; sin embargo, como la fermentación continuaba, había que seguir alimentando las levaduras para que no frenaran el proceso. La mejor forma fue rejuveneciendo el contenido retirando un poco de vino y reemplazándolo con un líquido más joven. Se generaron entonces aromas diferentes y mucho más profundos. Así, se mezclaban barricas nuevas con viejas hasta que el maestro de la bodega decidiera que la bebida estaba lista para la venta.
Este sistema tiene entonces el nombre de criadera y solera. Con el ánimo de celebrar el centenario, hace cinco años, el maestro Álvarez inició la producción del primer ron en solera de Colombia.
El ron
En el proceso de cata, el Gran Solera tiene un color ámbar dorado con matices cobrizos que hablan de la calidad del ron. Luego, en nariz aparecen aromas tostados, ahumados y afrutados. “Se sienten notas a uva pasa, ciruela, nuez moscada, almendra, miel y chocolate”, cuenta el maestro.
En boca, es amable, entra con suavidad y se pueden degustar sabores dulces que recuerdan la vainilla y el caramelo. “Es una bebida sedosa y carnosa que se queda en el paladar, por eso decimos que es de paso largo”.
Para apreciarlo en su magnitud, la recomendación es beberlo solo. Si se quiere frío, la idea es ponerle uno o dos cubos de hielo. En cuanto a maridaje, va bien con una buena carne o con un postre en el que el chocolate, la vainilla o el caramelo sean protagonistas.
Desde la montaña
Otra de las ediciones especiales para celebrar el centenario es el Aguardiente Reserva de la Montaña, elaborado con la receta original. Se trata de una bebida en la que las notas dulces se sienten en boca, pues tiene azúcar añadida. Además, tiene 39 grados de alcohol, cantidad que respeta el nivel original de la bebida.
Por: Juan Pablo Tettay de Fex / [email protected]