Llevo mucho tiempo con este pensamiento en el fondo de mi cabeza: ¿Por qué como sociedad pensamos que la naturaleza es un impedimento al desarrollo? Básicamente, para ser modernos, hay que cambiar verde por gris.
Primero es el bosque, donde habitan comunidades originarias; después vienen los aprovechamientos agrícolas, que dejan monotonos de verde según el cultivo y, finalmente, el gris que llega cuando empezamos a ser citadinos. Ahí nos sentimos civilizados. A mí me cuestiona esa concepción, ya que lo que realmente ocurre es una homogenización de paisaje, vida y mentes. Prefiero la diversidad; creo que alberga sistemas que no solo son más bellos y divertidos, sino que permiten infinitas maneras de expresarse la vida.
Históricamente, hace un siglo, el 70 % de los colombianos vivían en áreas rurales, mientras que hoy esa cifra se invierte, con la mayoría en ciudades. Este crecimiento urbano se da a un ritmo alarmante, eliminando el verde en favor del gris. Sin embargo, esto no tiene que ser así. En 2015, la ONU estableció 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) para promover un desarrollo sostenible. Destaco el ODS 11, que se centra en crear ciudades y comunidades sostenibles, lo que nos puede guiar en el diseño de espacios que enfrenten el cambio climático.
Es fundamental dejar de ver la naturaleza como un obstáculo y reconocerla como un aliado para crear entornos que beneficien tanto a humanos como a seres no humanos.
Puede sonar utópico, pero existen formas de resolver los problemas a los que se enfrentan las ciudades, inspirándose en el funcionamiento de los sistemas naturales; se conocen como Soluciones Basadas en la Naturaleza (SbN). Buscan reducir realidades como el efecto Isla de Calor (la temperatura media anual del aire puede ser entre 1 y 12 °C más elevada que en las áreas rurales circundantes) o las inundaciones, producidas por el cambio en las superficies, al pasar de tierra viva, donde ocurren procesos biogeoquímicos, biológicos y de infiltración, a materiales poco permeables como el asfalto o el cemento.
Ejemplos de estas SbN son pavimentos verdes y jardines de lluvia, infraestructuras para peatones y ciclistas, techos verdes, muros verdes, suelos inteligentes, polinizadores, filtros de contaminantes y agricultura urbana. Estas acciones ayudan a que la ciudad, que es un sistema diseñado por humanos, se parezca más a un sistema natural y tienda al equilibrio.
En China, el programa Ciudades Esponja ha demostrado ser efectivo en 30 ciudades piloto para mitigar el impacto de lluvias intensas. En Medellín, la Alcaldía avanza con la línea Ecociudad, que promueve un urbanismo ecológico y reconoce la interdependencia de los sistemas urbanos.
Para mí, el nuevo modernismo se trata de volver al origen y recordar que los sistemas humanos (social, industrial, urbano, etc.) dependen de la naturaleza (que somos) y que, por tanto, el verde es mejor que el gris.