El teléfono celular es ese artefacto electrónico ante el que la humanidad sucumbió. Alta gama, gama media o baja, se convirtió en una extensión del cuerpo humano. Y aun así, están diseñados para usarse por poco tiempo.
Cada aplicación que opera requiere de materiales más raros, poco comunes en la corteza terrestre, difíciles de encontrar. Por esa razón tarda hasta 7.000 años en degradarse.
Santiago Mejía Dugand, doctor en ingeniería y gestión ambiental de la Universidad de Linköping, Suecia, le dijo a Vivir en El Poblado que lo normal es que entre más escaso sea un material en la corteza terrestre, es más probable que sea tóxico para los seres vivos.
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“El cuerpo humano se compone, entre otros elementos, de oxígeno, hidrógeno, aluminio, carbono. Cuando ves cuáles son los materiales que no están en el cuerpo ni en ningún lado, quiere decir que son tóxicos para los demás animales o para las plantas”, explica Mejía, quien asegura además que algunos materiales utilizados por la ingeniera y con un alto valor económico, tienen problemas ambientales y sociales asociados.
Entre los residuos de aparatos eléctricos y electrónicos, RAEE, se cuentan también computadores, tabletas y equipos de audio y video. Todos ellos de un solo uso, porque muy pocos seres humanos los reutilizan.
Además, pocas, por decir ninguna empresa, planean su diseño para que cuando llegue a una fase de disposición se conviertan en residuos que sirvan de insumo a la actividad económica. Así lo expresó Alejandro Álvarez-Vanegas, experto en temas de Educación para el desarrollo sostenible y economía circular.
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Un caso ejemplar
En Medellín, Monterrey eco, del centro comercial que lleva el mismo nombre, recibió en 2019 más de 20 mil kilos de este tipo de residuos y en lo que va de 2020, acumula unos nueve mil kilos. Este programa, creado en 2015, no tiene costo para los usuarios.
Adicionalmente, reciben pantallas de computadores, luminarias, residuos de aceite de cocina, baterías, pilas, microondas, planchas de textiles y para el pelo, secadores y juguetes electrónicos, entre otros. Producto de este acopio, las ganancias se donan a fundaciones de la ciudad.
Santiago Mejía recomienda, antes de desechar cualquier artefacto, tener en cuenta las tres erres: reducir, reciclar y reutilizar. Consumir de manera responsable, reparar si se puede o reutilizar, cediéndole el producto a una persona que le pueda sacar provecho.