Regenerar es volver a generar conexiones, empezando por la más importante: la relación con nosotros mismos.
Llevo toda mi vida sintiendo que algo está mal, que no vamos en la dirección correcta. Cuando tenía 5 años, recuerdo haberme perdido en una playa, porque me fui recogiendo la basura que dejaban los humanos adultos, con la convicción absoluta de que con esta pequeña acción yo estaba salvando a los delfines de morir asfixiados. Esta sensación me llevo a pensar en algún momento que los seres humanos éramos el cáncer del planeta Tierra, que esta bola que gira por el espacio estaría mejor sin nosotros. Lo pensé por mucho tiempo, hasta que me topé con el concepto de regeneración.
¿Regenerar qué? Se trata de volver a generar conexiones; re-generar, básicamente las relaciones, empezando por la relación más importante: la relación con nosotros mismos. De ahí en adelante (el punto de partida es ¡lo más difícil del mundo!), generar relaciones distintas, con los demás seres que habitan el planeta –los humanos y no humanos.
Eso me cambio la mente, me explotó la cabeza. Empezaron a tener sentido para mí muchas de las tendencias que hay por esta época: wellness, minfullness, yoga… veo que parte de la humanidad, al menos algunos con el privilegio de dedicar parte de su tiempo a pensar y reflexionar (los que estamos en la cima de la pirámide de Maslow), percibe que necesitamos reconectarnos. En el fondo, creo que conectarse con uno mismo es conectarse con la tierra, con el todo, es vernos como parte de algo más grande que nosotros mismos. Esa forma de entendernos, de habitar el planeta, de sabernos naturaleza, es la que puede llevarnos a esa transición que tanto necesitamos si queremos seguir habitando este planeta, si queremos reducir las desigualdades, si queremos reducir el impacto que estamos dejando con nuestra forma de vida. Solo se cuida lo que se ama y amamos lo que sentimos nuestro, aquello de lo que sentimos que hacemos parte.
Porque, claro, si yo no hago parte del sistema planeta Tierra, no tiene sentido para mi pensar que mi vida en Colombia, en Medellín, en El Poblado, tiene relación con el derretimiento de los polos, o con la ralentización de la corriente de Humboldt. ¡Pero la tiene! En este planeta, todo está conectado. Todo funciona mediante ciclos interdependientes.
Yo creo que eso ha sido lo que nos ha faltado en el intento por buscar desarrollarnos de manera sostenible. ¿Qué queremos sostener? Pareciera que la forma de vida occidental, esa que ha promovido el individualismo, la separación, la linealidad, la que nos ha traído hasta donde estamos, con todo lo bueno –tecnología, comodidad, globalización, información, etc.- y todo lo malo –desequilibrio del sistema natural, avaricia, separación, soledad- que conlleva.
Para mí, ver el mundo a través de los lentes de la regeneración, significa empezar por mirar hacia adentro para vernos conectados al universo, y, a partir de ahí, entender que cuidar la vida significa poder seguir viviendo. Si creamos un mundo donde el objetivo principal sea permitir que la vida florezca, todas las innovaciones, proyectos, esfuerzos se enfocarán en mejorar la vida de la especie humana en equilibrio con el planeta del que depende.