La falta de ortografía los delató. Criminales del idioma, además. Esta semana alertaban en sus correos pescadores de oportunidades sobre una “orden de embargo” a cuentas de una entidad bancaria. Recibir un mensaje de ese tipo en estos momentos de zozobra, de crisis de salud, anímica, financiera, puede ser aterrador.
Por fortuna los crímenes ortográficos cometidos en el texto del mensaje (en solo un renglón y medio, ignoraron cuatro tildes, una coma, un punto seguido y les sobraron un espacio y dos puntos. Ignorantes. Y criminales) les quitaron la máscara, además la entidad bancaria pronto explicó que no es un mensaje oficial sino una estrategia de delincuentes. El viejo enemigo denominado phishing
Estamos en días críticos y todavía hay corazón para robarle al ciudadano. Así son los delincuentes. Entonces hay que estar en alerta, por ahora más que en las calles, en las noches, a la salida de bancos o de lugares de comercio y de entretenimiento, en los correos que ahora llegan en mayor cantidad y también en las redes que usamos para abrazarnos en la distancia.
“No corroboramos si el lugar donde leemos información tiene los mínimos estándares: fuentes reconocidas y confiables, o si evidencian varios puntos de vista”: Juan Carlos Monroy.
En alerta porque por redes circuló una convocatoria que, en plena cuarentena y con el virus cazando víctimas, abarrotó la plazoleta de La Alpujarra y el entorno de La Macarena por una presunta entrega sin mayor condición de bonos de dinero a venezolanos. Falso mensaje. En alerta porque por redes se multiplicó una supuesta invitación de un supermercado que también daría regalos en especie. Mentiras. Y se regó entre la población que el Sisbén estaba ofreciendo ayudas, bonos de dinero, auxilios para la primera infancia o para la tercera edad. Fake news. Se alertó que el calendario de regreso a clases de los estudiantes tendría modificaciones y el Ministerio tuvo que correr a desmentir tanta carreta. Hasta alguien quiso ser más importante que la autoridad y corrió a divulgar los tiempos de la Cuarentena por la vida y del pico y cédula para Medellín, antes de que fueran decretos.
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Y todo se multiplicó por usuarios de las redes, que partieron de la buena fe, no como los criminales, y que llevaron mensajes cargados de mentiras a los móviles de familiares, amigos y compañeros de trabajo, ahora cuando todo reviste mayor sensibilidad. “El gran consumo en estos momentos de información en canales digitales hace que empresas y personas aprovechen para generar visitas a sitios web, a blogs, con información falsa”, explica Juan Carlos Monroy, coordinador del área de Mercadeo Digital de Eafit.
“Políticos y hasta científicos han caído en estas noticias. Todo depende del grado de sofisticación en nombres y contenidos”: Juan Carlos Monroy.
¿Qué persiguen?
De un lado, a mayores visitas, mayores ingresos por la publicidad que allí se expone. “Hay diversos motivos, políticos, sociales, de posicionamiento de una idea, un concepto, una marca, pero el financiero es uno de los más comunes”. añade Monroy. Y de otro, en el caso de los correos que suplantan a entidades bancarias, “buscan datos entre los usuarios (número de cuenta y de cédula, correos, contraseñas)” y, finalmente, el robo de dinero.
Replicar mensajes sin verificación bajo el panorama presente hace más daño, crea mayores riesgos y lastima la frágil estabilidad que vivimos. “Todos somos vulnerables”, reconoce Monroy. “La regulación y los bancos han mejorado en combatir la modalidad del phishing, el único que no lo ha hecho es el consumidor”, cierra el experto.