Ante los problemas de la vida, buena actitud: esta premisa es la ruta que se trazó la presentadora y periodista Manuela Estévez, quien a pesar de sufrir un padecimiento complejo se ha convertido en un referente de resiliencia.
Manuela sufre de esclerodermia, una enfermedad autoinmune que en la actualidad no tiene cura y que afecta la parte cutánea. La piel se empieza a endurecer, también ataca los pulmones, el corazón y los riñones. “En mi caso los órganos han estado muy bien. El progreso que tuvo mi enfermedad fue en la piel”.
Vivir en El Poblado habló con ella sobre su experiencia, los retos y aprendizajes que le ha dejado esta situación.
¿Cómo ha sido el tratamiento?
“Me hicieron quimioterapia para detener el progreso, después de seis ciclos empecé a perder la movilidad, ya la tenía no solamente en las manos sino en las piernas. Entonces el reumatólogo me remitió a un hematólogo para tratar esta enfermedad con el trasplante de médula ósea. Estuve hospitalizada y aislada, solo pude tener una visita por día de 2:00 p.m. a 6:00 p.m. Esa persona debe estar con tapabocas, bata especial y cero contacto. Son cinco quimios muy fuertes que lo que hace es barrer con la enfermedad.
Me puse muy mal con el tratamiento, fue muy fuerte. Después de cinco días lo que hacen es el trasplante, no necesité donante, yo misma me di las células madres”.
¿Cómo recibiste la noticia de la enfermedad ?
“El día que me dijeron, me impacté mucho, porque presento noticias y no esperaba que el pelo se tuviera que caer, ese día lloré y me pregunté ¿qué voy a hacer si con eso trabajo? Ese fue mi pensamiento. Yo soy de cambios rápidos, esto hace parte del proceso y me empecé a cortar el pelo, cada quince días un look diferente antes de llegar a la clínica hasta llegar con el cabello corto porque era una de las indicaciones en la Unidad de Trasplante, por higiene e impacto”.
¿Cómo asumiste la caída del cabello?
“Yo lo que hice fue sollarme el proceso con diferentes looks, primero me subí el pelo hasta la mitad, luego me rapé un lado, luego me rapé toda y me tinturé, un proceso de irme desprendiendo del cabello, pero de una forma bonita y que me gustara.
Cuando se cae, impacta mucho, se cae solito y empiezas a quedar como la calvita de un bebé y uno no cree que vaya a ser así, uno piensa que queda con algo de pelo. Desde que me miré al espejo dije: amo mi calva, amo la cara que tengo en este momento porque es una forma natural de uno verse y decir, esta soy yo. Realmente esta soy yo y es esa belleza natural que uno tiene que llevar y que tiene que mostrar, por eso, yo en las redes me muestro con maquillaje, sin maquillaje, recién levantada y todo porque aprendí que eso era lo bonito de esto, mostrarse como es uno”.
¿Qué enseñanza te ha dejado este proceso?
“Nunca me dejé achicopalar de la parte física por más que me estuviera viendo maluquita. Todos los días les charlaba a las enfermeras, jugaba, hice un rompecabezas de 500 fichas, entonces me concentraba en otras cosas, acepté el proceso sin drama, no soy la única que va a pasar por un proceso de estos, me he encontrado a muchas personas que se han solidarizado con mi historia. Hay cosas peores, hay cosas mínimas, todos pasamos por momentos malucos de la vida, y en eso se queda, en momentos”.
¿Cuál fue el momento más duro?
“Tuve un momento en el que fui alérgica a las plaquetas y nunca en mi vida había sabido tener alergia por algo, me puse muy mal y yo lo único que me pedía en mi cabeza en esos diez minutos, que para uno son como diez horas, era tranquilidad y sonreía. Las enfermeras eran como sorprendidas”.
¿Cómo afrontar esos momentos distanciada de los seres queridos?
“Fue más un proceso de conectarme yo con yo, todos estaban pendientes, me llamaban al celular, hacíamos Facetime, la gente me escribía en redes y yo trato de contestarle a todo el mundo, entonces la gente empezó a interesarse por la historia y eso me gustaba porque conversaba con muchas personas que no conocía y entablábamos una conversación de aliento. Otras me escribían y me decían ‘estoy hospitalizada también, hoy amanecí aburrida y vi tu historia, me sacaste una sonrisa’, entonces sí puedo hacer algo positivo. Era una compañía que me encantaba, ha sido una nota. Gente que uno no conoce y te dice ‘estoy orando por vos, te estoy mandando la mejor energía’, era superbonito.
El apoyo de mi mamá, de mi novio, de la familia de mi novio ha sido una cosa absurda, de mis amigos, es impresionante el apoyo.
Nadie me ha dado la espalda con esto, suprema gratitud a todos, he recibido apoyo de gente que nunca esperé.
Muchas de mis amigas tomaron la decisión de raparse, para acompañar mi proceso y obviamente no se tenían que poner calvas, era un cambio simbólico. Incluso, una niña que no conozco me dijo que siempre quiso hacerse ese rapado, fue capaz y me mandó la foto”.
¿Qué les dices a las personas que viven un momento similar?
“Que todo es un momento, que nada es para siempre y que en ese momento hay que tener amor por el proceso, uno no puede pelear con el proceso. Hay días duros, pero no son para siempre, entonces es entender que como no es para siempre uno tiene que aceptar esa enseñanza de ese día que te están dando para no repetirla. Porque creo mucho en eso, que si uno no aprende esas enseñanzas, las repite. Es amor por cada etapa que uno vive y llevarla de la mejor manera con una sonrisa”.