Esta edición especial de Vivir en El Poblado, dedicada a la educación, es un homenaje a un sector que ha hecho el mayor esfuerzo durante la pandemia.
Nunca había sido tan feliz el regreso a clases. El ministerio de Educación Nacional dio el punto de partida, amparado en la Resolución 777 de 2021: todos los establecimientos educativos oficiales y privados del país retornarán a la prestación del servicio de manera presencial, a partir del 12 de julio, fecha en la que termina el periodo vacacional.
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Es admirable el esfuerzo que ha hecho durante un año y medio la comunidad educativa para mantener en funcionamiento el engranaje del aprendizaje: los padres de familia, al sostener, por igual, la atención al trabajo y a las tareas escolares; los niños y los jóvenes, para rendir académicamente, en medio de una situación que les cambió por completo la rutina; y los docentes, haciendo milagros para mantener a sus estudiantes concentrados y motivados.
García Márquez: “Una educación que canalice hacia la vida la inmensa energía creadora
que durante siglos hemos despilfarrado en la depredación y la violencia”.
Ahora todos los sectores celebran el regreso a la presencialidad, que es irremplazable. Lo dijo el pedagogo Julián de Zubiría, en su columna de El Espectador: “La vida social, afectiva y emocional de niños y jóvenes, gira en torno a la escuela. (…) Los colegios –contrario a lo que suelen creer muchos –, son en mayor medida espacios para desarrollar aprendizajes sociales y emocionales, que para lograr aprendizajes académicos. Hay que reconocerlo, en los colegios se aprende poco a nivel académico, pero en los muy buenos, se aprende lo esencial: a pensar, convivir y comunicarse”.
Eso sí, se trata de una “nueva presencialidad”: saludos de codito, a cambio de los abrazos represados; el paso frecuente por el lavamanos, el nuevo mueble escolar; la presencia multicolor de los tapabocas. Y el cúmulo de aprendizajes vitales que nos deja la pandemia, y que solo vamos a depurar con el tiempo.
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En Vivir en El Poblado celebramos la noticia del regreso a las aulas con esta edición especial, dedicada a la educación. En estas páginas los lectores conocerán historias de maestros y maestras que rescatan la televisión y la radio para llegar a los sitios más remotos; colegios y universidades que innovan y se reinventan, en medio de las adversidades; entidades gubernamentales que, con la mano en el corazón, encuentran la manera de garantizar la educación superior a los jóvenes de menores recursos; entusiastas estudiantes que acuden a los cursos de cocina o de música, solo por experimentar la alegría de aprender.
Son páginas llenas de esperanza: que el regreso a las aulas sea también el reflejo de un país que ha entendido la necesidad del diálogo. Como lo dijo Gabriel García Márquez, cuando hizo parte de la Misión de Sabios, al pedir: “Una educación que canalice hacia la vida la inmensa energía creadora que durante siglos hemos despilfarrado en la depredación y la violencia, y nos abra al fin la segunda oportunidad sobre la tierra que no tuvo la estirpe desgraciada del coronel Aureliano Buendía. Por el país próspero y justo que soñamos: al alcance de los niños”.