Este domingo 12 de junio se me rompió el corazón al ver la tragedia que sucedió en Orlando. Me cuesta muchísimo entender porqué alguien se cree que tiene derecho de acabar con la vida de otro. No hay palabras para expresar el dolor y la tristeza.
El lunes estaba revisando mi cuenta de Facebook y me encontré con un post donde alguien había recopilado una serie de comentarios aterradores sobre lo que sucedió en Orlando. Comentarios como “una noticia para alegrar el finde” o “masacre? Solo mataron gays” no sólo me causaron dolor, sino que también me produjeron miedo, ¿en qué mundo estamos viviendo? Celebrar el dolor, la muerte y el sufrimiento de otra persona no tiene justificación. Estos comentarios son parte de la violencia que hoy vivimos.
A pesar de que hoy resalto la noticia de Orlando, no soy ciega a la violencia que está presente en nuestro país y en muchos otros lugares alrededor del mundo. Este no es el mundo en el que quiero vivir, ni el mundo que quiero dejarle a las nuevas generaciones.
¿Qué podemos hacer?
Esta pregunta se puede contestar desde muchos puntos de vista: involucrarnos en la política y las leyes de nuestro país, trabajar para organizaciones que tengan una misión social, hacer marchas, etcétera. Creo que cada uno tiene un llamado a abordar estos problemas complejos de una manera diferente. Mi llamado es hacerlo desde la evolución de nuestra conciencia y por eso hoy mi invitación es a que reflexionemos sobre nuestra propia violencia y volvamos al amor.
Te invito a que te hagas estas preguntas: ¿En qué áreas de mi vida estoy siendo violento? ¿Cómo estoy juzgando y atacando a aquellos que me rodean? ¿A quién más tengo que perdonar? ¿Cómo puedo ser más tolerante y amoroso con otros?
Para nosotros que estamos en este camino de vivir en el amor, estos actos horrendos nos dan la oportunidad de crecer. Tenemos la oportunidad de perdonar a aquellos que han hecho mal, a quienes asesinan con balas y atacan con palabras. Tenemos la libertad de enviar amor y buenos deseos a aquellos que piensan diferente a nosotros, a aquellos que han cometido actos horribles y a aquellos que nos han generado dolor.
Marianne Williamson ha dicho: “Si hay alguien que te ha causado dolor y quieres cambiarlo, pide por la felicidad de esa persona, todos los días por 30 días”. Mi reto es pedir por la felicidad de quienes están generando tanta violencia y dolor en el mundo. Te invito a que te unas.
“Cuando los hombres malos gritan palabras feas de odio, los hombres buenos deben comprometerse a las glorias del amor.” Martín Luther King.
[email protected]