Llevo un tiempo entendiendo cómo juntar varios temas que me mueven y no sabía cómo ya que parecían estar completamente alejados. Hace 8 años me convertí en mamá y sentí la necesidad de volcar mi activismo hacia la defensa de las mujeres en esta etapa que me pareció tan vulnerable.
Sin embargo, era algo completamente distinto, a mis ojos, en relación con mi trabajo en medio ambiente y sostenibilidad, así que en ese momento, no hice nada. Solo agradecí haber podido vivir una experiencia de parto respetado que me conectó con la mamífera que soy y seguí con la vida. Sin embargo, el cuestionamiento frente a los nacimientos violentos y su relación con la violencia existente hacia la mujer, los niños y la vida, se mantuvo.
Me pregunté qué tenía que ver el medio ambiente con la maternidad y ahora lo sé: se trata de cuidar la vida. La vida que nos sostiene a todos, esa madre que nos alimenta, nos da lo que necesitamos para construir nuestras vidas, es la naturaleza. Es la madre tierra. En mi opinión, la tierra es femenina, la energía vital y creadora de este planeta. También he visto una relación entre la sociedad capitalista y patriarcal con el deterioro de la naturaleza desde una óptica de la relación con el mundo femenino ya que también, las mujeres, como la tierra, son vistas por muchos como de segunda categoría: se usan y desechan, no se escucha su lenguaje y se ha creado esta crisis ecosocial que vivimos.
Y entonces, ¿qué tienen que ver las doulas con todo esto? Una doula es una mujer que acompaña a otras mujeres en su proceso de preconcepción, embarazo, parto y/o postparto. Sostiene emocional y físicamente a esa creadora de vida y le da herramientas a la familia para entender el proceso que están iniciando, como algo poderoso y transformador.
Yo, que hace poco terminé una formación como doula, he mirado hacia atrás y he visto una espiral donde mi cuidado de la naturaleza es también una forma de cuidar la vida y la forma en la que quiero cuidar la llegada de nuevas vidas humanas a este planeta. Esta última consiste en proponer una crianza consciente, que promueva niños (futuros ciudadanos) conscientes, criados en amor y respeto por ellos mismos.
En otras columnas he hablado sobre el concepto de culturas regenerativas, y por qué siento que para regenerar el mundo exterior hay que empezar por regenerar el interior. Si miramos hacia adentro, nos vemos. Ahora, si nos miramos desde la óptica de la interconexión con la naturaleza, sintiéndola, podremos cuidarla desde un lugar más poderoso, desde un lugar de motivación interna.
Una doula cuida el inicio de la vida humana, una de las tantas manifestaciones de la vida en la Tierra. Yo tengo la esperanza de seguir encontrando maneras de cuidar todas las formas de ella, de manera que integren distintas perspectivas y ofrezcan maneras de recordarnos que somos naturaleza.