Según Iván Duque, el puerto de Tribugá es “una gran apuesta”, “una de las grandes proyecciones portuarias de nuestro país”. Su afirmación ha hecho eco: hay quienes dicen que es esencial, para el progreso del Chocó y de Colombia, que esta iniciativa se materialice.
Pero hoy, cuando suenan alarmas en todo el mundo por la crisis climática y la acelerada pérdida de biodiversidad, sobre un proyecto como el de Tribugá hay que preguntarse: ¿es una apuesta para qué clase de desarrollo? ¿Para el tradicional -que amenaza con un aumento drástico del nivel del mar y la extinción de un millón de especies- o para un desarrollo sostenible?
En este asunto coincido con la posición de la Dra. Mabel Torres (académica emprendedora e integrante de la Misión de los Sabios; una voz autorizada no solo por su conocimiento científico, sino también porque es chocoana, habitante y amante de su territorio; una mujer consciente de que el desarrollo va más allá del dinero). Según ella, en vez de apostarle a la construcción de un puerto innecesario, destructivo de la naturaleza, e irrespetuoso de las comunidades, se debe invertir en el Chocó potenciando sus “activos locales”; que se combinen el conocimiento ancestral, el conocimiento científico y el emprendimiento, para así aprovechar de manera sostenible la alta biodiversidad del territorio.
Lo que se está planteando para Tribugá no solo es un crimen ecológico: es, además, una forma equivocada de invertir una gran cantidad de dinero.