Sin plaza y sin mercado

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Desde febrero, y por cerca de un año, cierra por remodelación la plaza de mercado de Envigado. Comerciantes temen perder clientela, sustento y ocupación.

Usted no tiene idea de en dónde comienza el largo viaje de las hortalizas, las frutas, verduras y carnes que ahora se dispone a consumir en su casa o restaurante favorito. Pero sí sabe que -en la mayoría de los casos- estos y otros muchos ingredientes pagaron peaje en la casi centenaria plaza de mercado de Envigado. La misma que se someterá a un cambio extremo a comienzos del 2022, en su pretensión de aparecer más joven, bonita y apetecible, pero en todo caso manteniendo el espíritu seductor que la caracteriza, su “calorcito” como dice un usuario. 

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Para lograrlo, la administración municipal invertirá ocho mil millones de pesos en obra y 449 millones en diseños, para remodelar un área de 3.900 metros cuadrados que incluyen 101 locales comerciales, mientras que los comerciantes aportarán casi un año de “desplazamiento obligado”, con los riesgos que implica. “No tenemos idea de para dónde vamos; nos quedaremos volando, en el limbo, sin saber qué hacer”, advierte el propietario del expendio de carnes D’Bonillas, Ramón Bonilla Flores.  

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A su turno Anfilia Acosta, de El Botón de Oro, perdida en el bosque de fragancias del “pronto alivio” de sus plantas medicinales, anuncia que tendrá que trastearlo a la sala de su casa, en el barrio La Magnolia. Mientras, don Jaime Suárez, atrapado entre frutas y verduras, asegura que “la incertidumbre es muy grande; no sabemos qué camino coger”.

Anfilia Acosta, de El Botón de Oro, anuncia que tendrá que trastear su negocio a la sala de su casa, en el barrio La Magnolia.
Anfilia Acosta, de El Botón de Oro, anuncia que tendrá que trastear su negocio a la sala de su casa, en el barrio La Magnolia.

Estos y otros vendedores ventilan sus mayores preocupaciones: no encuentran locales, y los disponibles tienen costos exorbitantes (en la plaza pagan entre 400 y 600 mil pesos por cada punto de venta). Además, corren el riesgo de perder los habituales consumidores: “Es como empezar de cero, la clientela se descontrola, se pierde todo”, hace notar don Jaime. Agrega que calcula en unos 400 los empleos directos que genera esta central de abastos.

Evidente deterioro

Capítulo aparte merece el tema de los parqueaderos: “Me duele en el alma que desde el principio no le hicieron parqueadero a la plaza… es una necesidad prioritaria para cualquier edificación. Yo les he dicho, y responden que la plaza no ha tenido parqueaderos, y digo: es que antes la gente no tenía carros como ahora”.

Es cierto que hoy la plaza de mercado luce como una anciana achacosa: los puntos de venta carecen de red contra incendios y de acceso a internet, no existen rutas de evacuación ni facilidades para la movilización de personas con discapacidad, son precarias sus unidades sanitarias y estrechas las zonas de tránsito de visitantes. El Invima amenaza con cerrar los puestos de carnicerías por incumplimiento de normas sanitarias. Pero eso sí, se conserva “muy buena, muy aseada, muy segura, tenemos celador permanente y nosotros mismos nos cuidamos de que, si vemos un malandro, nos ponemos las pilas”, dice Ramón Bonilla. 

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Algunos arrendatarios de locales confían en las garantías ofrecidas por la administración local, en el sentido de que recuperarán las áreas actuales, luego de terminada la remodelación, y que se mantendrá el alquiler que ahora pagan. “Esa es la promesa que tenemos y es el verdadero beneficio que vamos a tener los comerciantes. Ahí sí justifica el año de pérdida durante la remodelación”, explica Bonilla. Pero don Jaime Suárez es pesimista: “Yo aquí pago cerca de 500 mil pesos, es muy favorable. Aquí estuvo un concejal que es Pablo Restrepo, y dice que el alcalde va a respetar el puesto a los que estamos, y dijo algo que yo no creo mucho, que nos va a conservar los arriendos y yo no creo, porque construcción nueva lleva a precios nuevos, elevados, pero que los vamos a conservar. Ver para creer”.

Don Jaime Suárez asegura que se imponen la tranquilidad, la tradición, y las ganas de servir, frente a la competencia de supermercados y grandes superficies.
Don Jaime Suárez asegura que se imponen la tranquilidad, la tradición, y las ganas de servir, frente a la competencia de supermercados y grandes superficies.

Fanny y Ramón Narváez son los propietarios de la “Miscelánea y artesanías El Machetico”, amplia área comercial ubicada en una de las entradas de la plaza, atiborrada de barro cocido en su expresión de disímiles figuras y recipientes artesanales, más un arrume de aditamentos para jardinería. El color terracota domina el ambiente, amén de un inconfundible olor a campo. Pero también es notoria la rabia en la voz de Ramón Narváez, para referirse al problema del desalojo inminente y sus consecuencias. Asegura que no abandonará el local, que han pedido apoyo en varias formas y no lo obtienen, que se sienten abandonados y que la administración no ha tenido en cuenta la crisis social que va a desatar con tantos proveedores alejados de sus locales tradicionales. 

Lo que promete la administración, luego del cierre que se tomaría entre ocho y diez meses: 92 locales remodelados, los de menor área tendrán nueve metros cuadrados; un sótano y nueve locales comerciales nuevos. Todos dispondrán de un mezanine adaptado como bodega. Se habilitará un segundo piso como zona gastronómica, que funcionará independiente del horario de la plaza. Dispondrá además de una zona de trabajo virtual -Coworking-. La estructura arquitectónica externa se mantendrá y será peatonal la carrera 40 A.

Canasta familiar

En lo que coinciden comerciantes, compradores y población flotante de la plaza es en resaltar sus bondades: alberga negocios que representan esfuerzo familiar que se hereda; casi todos se refieren a “una vida” dedicada a surtir la canasta familiar: “Llevo 40 años, los primeros 27 en el sector que se quemó en mayo de 2008 (33 arrendatarios afectados) y 13 aquí”, revela Jaime Suárez. En general se registra un alto índice de permanencia de vendedores. Se enorgullecen al señalar que su mayor capital es tener una clientela propia, fiel, de muchos años; siempre saben quién los visitará cada día. 

“Así quede con aires de soberbio centro comercial, la plaza de mercado de Envigado seguirá siendo paso obligado de los productos del campo, antes de estar servidos en los comedores familiares o en restaurantes”.

Dicen que no les da miedo que se le pierda la esencia a la plaza, “porque nos sacrificamos ocho o diez meses, pero vamos a llegar a un sitio nuevo, bonito, solamente la curiosidad de la gente para venir y al encontrarnos otra vez vuelve y se anima el mercado. Si nos cumplen con lo que nos han mostrado, es una buena noticia para nosotros”, argumenta finalmente Ramón Bonilla.

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Expendio de carnes de don Ramón Bonilla, quien confía junto con otros comerciantes, en las garantías ofrecidas por la administración local.
Expendio de carnes de don Ramón Bonilla, quien confía junto con otros comerciantes, en las garantías ofrecidas por la administración local.

Así quede con aires de soberbio centro comercial, la plaza de mercado de Envigado seguirá siendo paso obligado de los productos del campo, antes de estar servidos en los comedores familiares o en restaurantes. Pero también, oferta necesaria de baratijas, plantas medicinales y de jardín, artesanías, plásticos, licores y hasta insumos para los altares de todas las devociones. Más los elementos de aseo, los servicios propios de bares y cafeterías, amén del vital pan nuestro de cada día.

A tono con esa perspectiva, los hijos de los veteranos comerciantes se han dedicado a elaborar listas de teléfonos y contactos de los clientes, porque saben que el inminente cierre los obliga a ingeniárselas para preservar este capital acumulado a lo largo de 86 años de vida del establecimiento. Planean entonces lanzar “las redes” sociales para retenerlos.

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