Pensamos en Medellín como la ciudad de Botero. Pero vale la pena caer en la cuenta de que Medellín es, sobre todo, la ciudad de Pedro Nel Gómez.
El martes 27 de agosto, la Casa Museo Pedro Nel Gómez inauguró la muestra Expediciones y encuentros con la cual se celebran los 120 años del nacimiento del artista.
Es un conjunto excepcional de 206 obras, acompañadas de textos y de fotografías, que permiten seguir todo el ciclo vital de Pedro Nel Gómez: la aparición y el desarrollo de los temas y los problemas técnicos, formales, sociales y políticos que persiguió sin tregua, en investigaciones que incluían frecuentes “expediciones y encuentros”, a veces físicos y a veces conceptuales, en el presente, en la historia, en las artes y en el pensamiento político y filosófico.
Al mismo tiempo se presenta el desarrollo de su sistema de trabajo, con la exposición de estudios y bocetos preparatorios en los cuales es posible percibir la depuración de las ideas en su obra.
El recorrido que plantea la muestra hace evidente la coherencia del trabajo de toda una vida, que estuvo determinada por la idea de que el artista debe manifestar ante el público, de la manera más clara posible, sus puntos de vista sobre la realidad e intentar la utopía de transformar el mundo por medio de la obra de arte.
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Quizá por eso mismo, Pedro Nel Gómez, que amaba el trabajo más íntimo del dibujo, la acuarela y la pintura al óleo, desarrolló a lo largo de toda su vida actividades más volcadas sobre lo público, tales como la pintura al fresco, la arquitectura y el urbanismo.
Como se ha dicho con frecuencia, es evidente su condición de artista polifacético, interesado en todas las manifestaciones de las artes plásticas tradicionales, lo mismo que en los territorios de la literatura, la música, la ingeniería, la política y el pensamiento; y también es claro que Pedro Nel se consideró como una especie de hombre total renacentista y que buscó siempre transmitir esa imagen como parte esencial de su visión del arte y de la cultura.
Su contacto con la ciudad
Hay, sobre todo, un asunto que se puede desprender de esta muestra sobre las expediciones y encuentro de Pedro Nel Gómez: la conciencia de que se trata de un hombre en permanente contacto con la vida de su ciudad, que sigue presente entre nosotros por muchas más razones que las que habitualmente reconocemos.
Por supuesto, están sus frescos, que son muchos más que los que se ven en el Museo de Antioquia y en la Facultad de Minas. Están sus esculturas en Minas, pero también en la Universidad Nacional; además, recientemente fue reinstalada en la Plazuela Nutibara la escultura del Cacique que es, quizá, una de las obras más extremas y revolucionarias de toda la actividad del artista. Pero quizá se nos olvida con frecuencia su actividad como arquitecto y, sobre todo, su trabajo urbanístico con el diseño de espacios fundamentales de la ciudad como el Cementerio Universal, el barrio San Javier y, de manera especial, el barrio Laureles que es, sin lugar a dudas, una de sus obras mayores.
Pensamos muchas veces en Medellín como la ciudad de Botero; y por supuesto que lo es. O, junto con Envigado, la ciudad de Débora Arango, gracias a su generosa donación al Museo de Arte Moderno. Pero, quizá, vale la pena caer en la cuenta de que Medellín es, sobre todo, la ciudad de Pedro Nel Gómez.
Una buena idea es visitar esta exposición en la Casa Museo Pedro Nel Gómez y recorrerla como una especie de viaje a través de la vida de Pedro Nel, de sus obras, de sus ideas y conceptos: la vida, la suya y la nuestra, como un viaje artístico y cultural.