En los últimos días he estado siguiendo de cerca lo que está pasando en Venezuela y esa situación me ha inspirado a escribir este artículo. Como colombiana y sobre todo como ser humano siento que lo mínimo que debo hacer es utilizar mi voz para crear consciencia. En este artículo no les comparto mis ideales políticos, sino mi reflexión sobre cómo mi vida y la tuya pueden hacer una diferencia.
Marianne Williamson es una mujer que admiro profundamente, ella ha sido una gran inspiración en mi vida. Es la autora de mi libro favorito, Volver al Amor. Su más reciente proyecto es lanzarse al Congreso de Estados Unidos.
De Marianne he aprendido la fuerza, el poder y la importancia que tiene el amor. Marianne ha propuesto que el amor vuelva a la conversación política. Sobre esto ha recibido muchísimas críticas, a las que ha respondido con lo siguiente: “Pues el amor es un tema muy serio. No solo lo es en las relaciones personales, sino también en las relaciones sociales y políticas. El tipo de amor que va a salvar al mundo obviamente no es el amor que sentimos por nuestra pareja e hijos. El amor que va a salvar el mundo es el amor que sentimos por los niños que viven en el otro lado de nuestra ciudad, el amor que sentimos por el otro lado del mundo. El amor que va a salvar al mundo es el amor que sentimos por personas que ni nos gustan. Martin Luther King dijo: “Todos estamos en esto juntos y o todos vamos a subir o todos vamos a caer”.
La Madre Teresa decía: “No me asustan los actos malos de la gente mala, sino la indiferencia de la gente buena”. Sé que como lectores de esta columna ustedes son personas con corazones muy grandes y con un deseo de crear un mundo mejor. Sé que a veces los problemas parecen tan enormes y tantos que nos quedamos paralizados, y no hacemos nada, no porque no queramos sino porque no sabemos qué hacer o cómo hacerlo. Pero mi intención con este mensaje es recordarles que su voz tiene valor… mucho.
Margaret Mead dijo: “Nunca dudes de que un pequeño grupo de ciudadanos comprometidos puede cambiar el mundo, de hecho, es lo único que lo ha logrado”. Pues creo que nosotros somos ese pequeño grupo de ciudadanos.
Además, es importante recordar que nuestra miseria y desdicha vienen de ensimismarnos. Cuando nuestro día a día está enfocado en dar y servir a otros, no queda espacio en nuestra mente para el sufrimiento. Es nuestro egoísmo el responsable de nuestro dolor. Mi invitación hoy es a que dejemos nuestros problemas a un lado por un rato y enfoquemos nuestra atención al servicio de otros que la necesitan.
Ahora los invito a que tomen acción, los invito a que utilicen su voz, su correo electrónico, sus redes sociales para contribuir un poquito a expandir la consciencia de lo que está sucediendo en el mundo. ¿Cómo puedes ayudar hoy?
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