Por: Juan Carlos Franco
En la última columna debatíamos la posibilidad de que El Poblado se vuelva municipio con el fin de que sus habitantes puedan tener algo más de influencia sobre su manejo. Decíamos que era una perspectiva remota pero que valía la pena discutirla, así fuera como ejercicio mental.
La columna tuvo buena acogida y comentarios entusiastas. Y parece que no es tan complicado convertirse en municipio. Lo básico es que la iniciativa triunfe en consulta popular entre los propios habitantes, lo demás es trámite y negociación con Medellín.
De modo que podríamos estar en una de las últimas campañas en que los de esta comuna participemos en la elección del alcalde de Medellín. Podríamos estar votando para alcalde de El Poblado en, quién sabe, cuatro, ocho años…
Sin embargo, también decíamos que no es necesario llegar tan lejos y salir de Medellín a la brava. Podríamos al menos tener una alcaldía menor, como en tantas ciudades grandes del mundo, que coordine políticas con la alcaldía mayor pero que maneje presupuesto propio y pueda enfocarse en las necesidades reales de El Poblado.
Mientras eso ocurre, orientemos nuestro esfuerzo en lograr que el próximo alcalde de Medellín realmente entienda las aspiraciones de El Poblado y pueda hacer algo para revertir las enormes frustraciones que nos deja la actual administración.
Señores candidatos, les aseguro que los habitantes de El Poblado somos dóciles y fáciles de complacer. De nuestros gobernantes no pedimos cosas imposibles. Ni siquiera utópicas, no, por favor, pedimos cosas realmente sencillas. Por ejemplo, que nos gobiernen con un poquito de inteligencia y otro más de coherencia. Que se nos trate como adultos. Y que no nos sigan haciendo malos chistes con nuestras obras y necesidades.
Es un chiste de mal gusto, una burla a nuestra buena fe, por ejemplo, prometer que si hacemos unas cuantas obras, todas pagadas por nosotros, las vías de El Poblado se van a despejar y vamos a tener más tiempo libre justo en el momento en que el parque automotor crece desbocadamente y cuando es evidente que el efecto de las obras claves será atraer enormes volúmenes de tráfico pesado que hoy no pasan por El Poblado.
Los que más se ríen de esto son, justamente, los municipios vecinos (se ríen más de nosotros temprano en las mañanas y a final de las tardes, pues no tienen pico y placa).
¿O qué tal el mal chiste de construir vías de doble calzada, supuestamente para circular más rápido, y luego les ponen 30 km/h como velocidad máxima? Y para mayor carcajada, funcionarios del Tránsito de Medellín anuncian que en el futuro habrá cámaras para multar a los que excedan este límite. Eso hay que verlo, inviten cuando las pongan. ¿Y ya oyó el del embudo de Los Balsos? ¿Que la doble calzada se vuelve una sola justo en el punto más crítico y de mayor pendiente de la loma, todavía lejísimos de encontrarse con Las Palmas? ¿Y el del control de emisiones de buses, camiones y volquetas? Dizque con combustible más limpio, pero por todos lados se siguen viendo columnas de humo negro. ¿Y el viejo pero divertido chiste de Luis Pérez con sus cretinos resonadores en la loma de ISA? Nadie se rió pero nos tomó 6 años lograr que los desmontaran. Que alguien lo recuerde en los foros que se avecinan.
¿Quién será el humorista en la administración actual? A la que viene, por favor un poquito de seriedad y sentido común.
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Para reír con los candidatos
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